El fallecimiento del querido Jorge enluta el quehacer cultural de la ciudad.
Foto: Luis CetraroFalleció Jorge Reynoso Aldao
Su nombre estuvo fuertemente vinculado a instituciones del quehacer cultural local y provincial y delegado durante más de cincuenta años del Fondo Nacional de las Artes en nuestra ciudad. Fue también periodista y secretario de Redacción de El Litoral.
Hondo pesar en la vida cultural
santafesina ha provocado la noticia de la muerte de Jorge Reynoso Aldao,
nombre fuertemente vinculado a instituciones del quehacer cultural
local y provincial y delegado durante más de cincuenta años del Fondo
Nacional de las Artes en nuestra ciudad.
Integró la promoción de bachilleres del Centenario del Colegio de la Inmaculada Concepción de los PP. Jesuitas, en 1937. Faltándole pocas materias para graduarse como abogado en la Universidad Nacional del Litoral tomó el camino del periodismo, al que se consagró por más de tres décadas, retirándose como secretario de Redacción del diario El Litoral en 1989. A la vez, mantuvo programas en tres emisoras radiales santafesinas.
En 1976 un jurado integrado por Juan Valmaggia, Adolfo Lanús y Luis Mario Lozzia le otorgó el Premio Nacional de Periodismo Adepa Rizutto por su columna “Notas”, mantenida por más de 15 años en El Litoral. Además de su labor como delegado del FNA, fue corresponsal de la revista Letras de Buenos Aires, que dirigía Victoria Pueyrredón, y ocupó un cargo electivo en la Asociación de Prensa de Santa Fe. En varios períodos se desempeñó como vocal-secretario del Club del Orden, institución social y política fundada por los Constituyentes en 1853.
Fue poseedor de una memoria prodigiosa, donde cabían desde una genealogía patricia del 1800 hasta el último ensayo sobre la crisis argentina. Tenía una vitalidad intelectual envidiable y era un narrador dramático que encandilaba a su audiencia.
Tras su jubilación siguió escribiendo colaboraciones en El Litoral y en la revista Hoy y Mañana; pronunciaba conferencias, participaba de cuanta iniciativa cultural lo convocaba y desgranaba sus personales charlas en encuentros de café o en el Club del Orden.
Casado con Dora Saettone, tuvo dos hijos, Valentín y Joaquín, que bendicieron su vida con nietos que amaba.
Conversar con él era ver pintada nuestra aldea de ayer y de hoy. En la Academia de Literatura de Inmaculada se vinculó con los clásicos: Cervantes, Lope, Calderón de la Barca, Sarmiento y Manuel Gálvez, por citar sólo algunos. Después, con el paso del tiempo, su actualización era permanente. Leía cinco diarios todos los días: El Litoral, La Nación, Página 12, La Capital y Clarín. Los domingos agregaba el suplemento cultural de La Prensa.
Tras su ingreso al diario fue crítico de cine y, posteriormente, crítico teatral. Su voz era esperada por quienes construían la actividad en la ciudad. Fue un hombre de la cultura a ultranza. Trabajó siempre sin perseguir la fama o el éxito sino por la cultura misma, porque su corazón estaba en ese quehacer. Para lograr ese objetivo tuvo una familia en la que se apoyó permanentemente. No tenía falsedades ni doble discursos. Por sobre todas las cosas era un hombre de bien querido por todos sus colegas y por quienes tuvieron la dicha de conocerlo.
Integró la promoción de bachilleres del Centenario del Colegio de la Inmaculada Concepción de los PP. Jesuitas, en 1937. Faltándole pocas materias para graduarse como abogado en la Universidad Nacional del Litoral tomó el camino del periodismo, al que se consagró por más de tres décadas, retirándose como secretario de Redacción del diario El Litoral en 1989. A la vez, mantuvo programas en tres emisoras radiales santafesinas.
En 1976 un jurado integrado por Juan Valmaggia, Adolfo Lanús y Luis Mario Lozzia le otorgó el Premio Nacional de Periodismo Adepa Rizutto por su columna “Notas”, mantenida por más de 15 años en El Litoral. Además de su labor como delegado del FNA, fue corresponsal de la revista Letras de Buenos Aires, que dirigía Victoria Pueyrredón, y ocupó un cargo electivo en la Asociación de Prensa de Santa Fe. En varios períodos se desempeñó como vocal-secretario del Club del Orden, institución social y política fundada por los Constituyentes en 1853.
Fue poseedor de una memoria prodigiosa, donde cabían desde una genealogía patricia del 1800 hasta el último ensayo sobre la crisis argentina. Tenía una vitalidad intelectual envidiable y era un narrador dramático que encandilaba a su audiencia.
Tras su jubilación siguió escribiendo colaboraciones en El Litoral y en la revista Hoy y Mañana; pronunciaba conferencias, participaba de cuanta iniciativa cultural lo convocaba y desgranaba sus personales charlas en encuentros de café o en el Club del Orden.
Casado con Dora Saettone, tuvo dos hijos, Valentín y Joaquín, que bendicieron su vida con nietos que amaba.
Conversar con él era ver pintada nuestra aldea de ayer y de hoy. En la Academia de Literatura de Inmaculada se vinculó con los clásicos: Cervantes, Lope, Calderón de la Barca, Sarmiento y Manuel Gálvez, por citar sólo algunos. Después, con el paso del tiempo, su actualización era permanente. Leía cinco diarios todos los días: El Litoral, La Nación, Página 12, La Capital y Clarín. Los domingos agregaba el suplemento cultural de La Prensa.
Tras su ingreso al diario fue crítico de cine y, posteriormente, crítico teatral. Su voz era esperada por quienes construían la actividad en la ciudad. Fue un hombre de la cultura a ultranza. Trabajó siempre sin perseguir la fama o el éxito sino por la cultura misma, porque su corazón estaba en ese quehacer. Para lograr ese objetivo tuvo una familia en la que se apoyó permanentemente. No tenía falsedades ni doble discursos. Por sobre todas las cosas era un hombre de bien querido por todos sus colegas y por quienes tuvieron la dicha de conocerlo.
Jorge Reynoso Aldao, periodista
De oficio, escritorTrabajó durante más de treinta años en El Litoral. Hoy nos presenta su perfil lleno de anécdotas y recuerdos que son parte de los 90 años de historia de nuestro diario.
Los comienzos en el periodismo.
"La historia es un poco larga... Yo estudiaba Derecho,
había rendido un montón de materias y vivía la opresión del peronismo.
Estaba en la facultad y corté mi carrera cuando estaba rindiendo y los
muchachos peronistas hacían así... y los profesores me tenían una hora
más hasta ponerme un insuficiente. Era una cuestión política. Ahí me
aparté. En esa época se produce en Santa Fe un movimiento que califico
como "la generación creativa', era un grupo de muchachos y de chicas
extraordinarios, porque hacían teatro con una vocación increíble: el que
estaba en la boletería también actuaba y armaba el escenario; una hora
después uno iba a un concierto y ahí estaban ellos; y subías a un
tranvía y había una persona con un libro en la mano y ése era un chico
de teatro. A su vez eran pintores y poetas influidos por el
existencialismo. Leían, escribían y hacían arte. Yo me dejé cautivar por
esas personas, sobre todo por las de teatro, y cuando se produce el
movimiento contra Perón, el jefe del movimiento, el general Lonardi, muy
ingenuo, levantó la bandera y dijo: "ni vencedores ni vencidos'. Los
intelectuales de Santa Fe, convocados por Rubén "Cocho' Paolantonio -que
era un gran promotor de cultura- fundamos la revista Punto y Aparte,
interpretando aquella frase. El director me dijo: vos que vas tanto al
teatro, ¿no te animás a hacer críticas?'. Y me puse a escribir".
La llegada al diario.
"La revista duró poco, menos de un año creo. En ese
momento en El Litoral decidieron incorporar sangre nueva, y Enzo Vittori
me llama y me dice: "¿vos escribiste esas cosas en la revistita? ¿No te
animás a hacerlo acá?'. Así entré a hacer crítica de teatro al diario. A
los pocos días, como había escasos estrenos, me preguntan: "¿no te
animás a hacer críticas de cine?'. Había muchos cines en Santa Fe, se
estrenaban tres obras por semana, de modo que teníamos que repartirnos
el jefe de la página, que era un señor Beltrán, Jorge Vázquez Rossi y
yo. Nos sorteábamos las películas. En ese momento no querían firma y
nosotros lo planteamos, porque cuando uno opina tiene que hacerse cargo,
pero ellos tenían otras razones. Yo he hecho columnas sin firmar
durante años. La gente nos distinguía por alguna palabrita que repetís,
que está dentro de tu estilo, hasta que finalmente conseguimos firmar".
Premio nacional.
"Tuve también una columna semanal. El fundador de El
Litoral, Salvador Caputto creó una columnita de misceláneas que se
llamaba Notas y que cuidaba mucho. Comentaba: "en Mozambique nació un
tigre con dos cabezas'; y sobre eso escribía. Ese espacio pasó más tarde
a Luis Di Filippo y luego a Tur Oliver, un español que creía que estaba
escribiendo El Quijote. Después me la dieron a mi, además de todo lo
que ya hacía, por eso durante años no tuve vacaciones. Por esta columna
me dieron el premio Adepa-Rizzuto en Redacción. Fue un impacto: mi
fotografía estaba en todos los medios del país, junto a los ganadores en
fotografía y humor".
Libertad de prensa.
"En los años que estuve en el diario comprobé que ahí se
creía en la libertad de prensa. Y esto a tal punto que quiero dejar
constancia de que los dos directores que tuve, Riobó Caputto y Enzo
Vittori, nunca intervinieron, tocaron o sugirieron la dirección de una
nota. Además de hacer criticas de teatro y cine, escribir editoriales,
estar a cargo de la jefatura de editoriales y de la página literaria de
los jueves, nunca me dijeron: "la politica del diario es golpear a este
gobierno o perdonar al otro, o guardar silencio sobre un episodio'" .
Ética periodística.
"Voy a contar una anécdota que reconozco importante:
Enzo Vittori tenía bajo el vidrio de su escritorio un recorte de cuando
publicó que su hermano había estado preso. José Luis Vittori cae preso
por una orden policial de un gobierno militar en una estudiantina, por
pegar carteles en la calle junto al poeta José Pedroni. Y, claro, era un
miembro de la familia del diario. Caputto le dijo a Enzo "¿se publica
esto o no? Es tu hermano, nieto del fundador...'. Y él respondió: "sí,
se publica'. Entonces, cuando alguien venía a pedir "por favor no
publique...'; respondía: "mire que yo publiqué a mi hermano' y les
mostraba la nota. Quiero decir que ha habido una magnífica conducta en
relación al cumplimiento de las normas de la ética periodística. Sin
prensa libre no hay democracia. Víctor Hugo decía que la prensa tiene
fuerza, porque la prensa es la inteligencia en actividad. Y es verdad:
sin inteligencia no puede haber periodismo".
Personal
Lugar y fecha de nacimiento: Jorge Reynoso Aldao nació en Santa Fe, el 30 de setiembre de 1920.
Familia: Está casado con Dora Saettone, tiene dos hijos llamados Valentín y Joaquín; y un nieto, Valentín.>
Trayectoria: integró
el staff de la revista Punto y Aparte y, cuando ingresó a El Litoral,
se hizo cargo de la crítica teatral y cinematográfica durante largos
años. Por su trabajo en la sección Notas, recibió el premio
Adepa-Rizzuto en la categoría Redacción. Hombre de la cultura, es
representante local del Fondo Nacional de las Artes desde hace 40 años e
integra diversas entidades de definido perfil comunitario.>
textos de Revista Nosotros.
Murió Jorge Reynoso Aldao
Se fue un hombre de la cultura local
La noticia de la muerte de Jorge Reynoso Aldao ha causado hondo pesar en los ámbitos culturales de Santa Fe. Hombre fuertemente vinculado con las instituciones del quehacer cultural local y provincial, y delegado durante más de cincuenta años del Fondo Nacional de las Artes en nuestra ciudad, Reynoso Aldao fue, sobre todas las cosas, un periodista de alma hasta el último día.
Integró la promoción de bachilleres del
Centenario del Colegio de la Inmaculada Concepción de los PP. Jesuitas,
en 1937. Faltándole pocas materias para graduarse de abogado en la
Universidad Nacional del Litoral tomó el camino del periodismo -su
vocación natural-, al que se consagró por más de tres décadas,
retirándose como secretario de Redacción del diario El Litoral en 1989. A
la vez, mantuvo programas en tres emisoras radiales santafesinas.
En 1976 un jurado integrado por Juan Valmaggia,
Adolfo Lanús y Luis Mario Lozzia le otorgó el Premio Nacional de
Periodismo Adepa-Rizutto por su columna “Notas”, mantenida por más de 15
años en El Litoral. Además de su labor como delegado del FNA, fue
corresponsal de la revista Letras de Buenos Aires, que dirigía Victoria
Pueyrredón, y ocupó un cargo electivo en la Asociación de Prensa de
Santa Fe.
En varios períodos se desempeñó como vocal-secretario del Club
del Orden, institución social y política fundada en 1853 en consonancia
con la realización del Congreso General Constituyente que alumbraría
nuestra Carta Magna.
Proveniente de antiguas familias cordobesas y
santafesinas, era dueño de una mentalidad moderna, abierta a todas las
novedades y a los complejos procesos socioculturales de nuestro tiempo.
Poseía una memoria prodigiosa, donde cabían desde las genealogías
patricias hasta el último ensayo sobre la crisis argentina, lo que lo
convertía en una constante fuente de información para los periodistas de
estos días. Tenía una envidiable vitalidad intelectual y era un
narrador dramático que encandilaba a su audiencia.
Tras su jubilación
siguió escribiendo colaboraciones en El Litoral y en la revista Hoy y
Mañana; pronunciaba conferencias, participaba de cuanta iniciativa
cultural lo convocaba y desgranaba sus personales charlas en encuentros
de café o en el Club del Orden.
También se había retirado de la
Justicia, donde trabajó largos años.
Casado con Dora Saettone, tuvo dos hijos, Valentín y Joaquín, que bendicieron su vida con nietos que amaba.
Conversar con él era ver pintada nuestra aldea de
ayer y de hoy. En la Academia de Literatura del Colegio Inmaculada se
vinculó con los clásicos: Cervantes, Lope de Vega, Calderón de la Barca,
Sarmiento y Manuel Gálvez, por citar sólo algunos. Después, con el paso
del tiempo, su actualización era permanente. Leía cinco diarios todos
los días: El Litoral, La Nación, Página 12, La Capital y Clarín. Los
domingos agregaba el suplemento cultural de La Prensa.
Tras su ingreso al diario fue crítico de cine y,
posteriormente, de teatro, ámbito en el que dejó huella profunda. Su voz
era esperada por quienes construían la actividad en la ciudad. Fue un
hombre de la cultura a ultranza que abrió puertas con generosidad.
Trabajó sin perseguir la fama o el éxito sino por la cultura misma,
porque su corazón y su íntimo disfrute estaban en ese quehacer.
Para
lograr ese objetivo tuvo una familia en la que se apoyó permanentemente.
No tenía falsedades ni dobles discursos, modo de ser que a veces
suscitaba enojos y polémicas. Pero era, sobre todas las cosas, un hombre
creativo, querido por sus colegas y por quienes tuvieron el privilegio
de conocerlo.
+REYNOSO ALDAO, JORGE VALENTÍN
(q.e.p.d.) Falleció el 8/7/12. El Intendente de la ciudad de Santa Fe,
José Corral, participa el fallecimiento del periodista e historiador,
quien supo dejar su impronta en el colectivo social santafesino y cuya
memoria y vasta obra serán por siempre parte indiscutida de nuestro
acervo cultural y social.
FUENTE: publicados en EL LITORAL
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