Carta abierta al Negro Fontanarrosa | |||||
Fuente: Raúl Astorga |
Cinco años sin el Negro...y desde Goles Fútbol homenajeamos sentidamente a la gran persona que hace un tiempo nos dejó y ya no está más entre nosotros. La siguiente es una carta abierta que en aquel julio de 2007, era publicada en la revista Ñ, escrita por el hoy redactor de la sección literaria de Goles Fútbol, Raúl Astorga. |
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“En estos momentos, en que estoy saliendo del estupor, me cabe recordar algunos hechos que hicieron que te respetara y te apreciara como ser humano. Recuerdo aquella tarde cuando venía leyendo “Nada del otro mundo” recién comprado, en el “56”, el colectivo que me llevaba de Empalme Graneros al centro, y te vi doblando Sarmiento rumbo a “El Cairo”.
Bajé en Santa Fe y me firmaste la primera página. Recuerdo aquella noche en el Centro de Estudios Rosario, cuando viniste invitado por nuestro taller literario, y entre mate y mate no paraste de hablarnos de tu literatura, y no paramos de reirnos con tus anécdotas.
A partir de allí se gestó una relación cordial que incluyó tus aportes a nuestra querida revista literaria “La Torre de Papel” que hicimos circular allá a principios de los noventa. Estoy seguro que no te acordabas de mi nombre, pero cada vez que nos cruzábamos, en la calle o en el Gigante, me saludabas con la afabilidad que siempre te caracterizó.
Aún veo aquella caricia en el rostro de mi hija Ángeles que le hiciste cuando la llevé, a los tres años, a ver un Central-Unión para evangelizarla en el rito canalla. Recuerdo en una feria del libro, en el Patio de la Madera, una charla de diez minutos con el gordo Soriano, donde aparecían vos y Cortázar, entre las frases que intercambiábamos.
Cómo amo la obra de los tres, che. Y mientras escribo veo un portarretrato de mi hija con el Mendieta que le dedicaste y que hoy se erige altivo en nuestra biblioteca. Gracias, Negro, por haber sido como fuiste, con la gente, con toda la gente. Porque colaboraste con quienes más te necesitaban.
Si existe un orgullo para nosotros, los rosarinos, es que trascendiste, fuiste, SOS de todos los argentinos y de quienes te hayan leído en el mundo. Y mientras esperamos el reencuentro, quiero que sepas que sólo nos hiciste llorar un día.
Que ya, hoy, nos estamos riendo con tus cuentos y que será así para siempre. Hasta pronto, Negro. Ah, si te cruzaste con Soriano o con Cortázar, también deciles gracias. Ellos van a comprender”. \
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