jueves, 3 de mayo de 2012

Mónica Russomanno, escritora, poeta, ensayista, artista plástica, profesora en artes visuales, una de las voces femeninas actuales más notables de la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz


CUANDO ÉRAMOS CREYENTES

     No confío en los vendedores. Sospecho con ojos oblicuos de las muchachitas simpáticas que me aseguran que el cuero va a ceder, ni lo dude, apenas lo use un poco se estira. Desconfío del dependiente de la fiambrería que alaba lo excelso de un jamón cocido paralelepípedo perfecto (¿de un cerdo de cartón piedra? ¿de un cerdo pintado por Picasso en etapa cubista? ¿de cerdo?, me pregunto al fin y acortando la interrogación). No les creo para nada a los vendedores de automóviles que aseguran cuotas y financiaciones como oportunidades únicas e imperiosas.
     No le creo al gasista que me dice que el problema en el calefactor es el pipertrico de la gisbátula, ni le creo al médico que duda poniendo el dedo sobre el vademécum como sobre la tablilla adivinatoria de algún hechicero de arcilla y paja.
     Todos son recienvenidos, pasajeros que circunstancialmente ocupan este lugar esperando a que quien se baje en una estación próxima deje un asiento libre. Son los no profesionales, los que esperan ser descubiertos por algún evento televisivo, conseguir algún puestito en el estado, zafar; esto es mover rodillas y cintura, desprenderse del yugo y pastar apaciblemente al sol.
      Con reverencia escuchábamos al plomero cuando hablaba de soldaduras, codos y conexiones, con fe de beatos seguíamos las recomendaciones que salmodiaba el señor del bazar para cuidar la batidora eléctrica; recitábamos las instrucciones para la conservación de la paellera que nos había dado un herrero y cumplíamos la novena dictada por el paragüero para desanudar varillas y mantener intacto el velo impermeable.
     Ahora de inmediato nos damos a la sospecha.
     Escuchamos con cara de que sí pero pensamos mejor busco otro presupuesto, otra opinión, pero entonces cómo sé quién tiene razón, si seguro el próximo que consulte me va a decir otra cosa. Y la cara sigue tratando de ser impávida, pero qué desasosiego, y mucho fastidio encabalgado, y allá al fondo la resignación y la derrota.
     Creíamos, por aquellas épocas, que la gente sabía lo que estaba diciendo, creíamos que la gente se dedicaba a su oficio y mantenía visibles las banderas de su orgullo profesional. No sé si sabrían o no, no sé si el porcentaje de ineptos e ignorantes es mayor o menor por estos días, pero la sensación de sospecha, la sensación de que nos están diciendo mentiras convenientes es desconsoladora. Y esa horrible sensación de que ni tan siquiera nos mienten sólo por provecho sino por desidia, desinterés, ineptitud.
     Y leer algo en internet que algún ser ignoto puso allí porque se le dio la gana, y escuchar a algún político sosteniendo con énfasis e impunidad exactamente lo opuesto a lo que sostuvo cuándo, la semana pasada tal vez, quizás ayer a la siesta. Y que nos hagan promesas de felicidad desde la televisión, y no creerle a los productos para el cabello con esos extraños ingredientes activos como los polvos para lavar la ropa, y no creer en fin que haya algo seguro y sólido, y hasta estar contentos de que el tembladeral socave cimientos y permita que las torres inclinadas se den por término en los suelos.
     Pero esta sensación de no creer, pero esta enfermedad de la sospecha. Con ojos rasgados medimos las efusiones de los dependientes, calibramos el tono de los operarios, repetimos las fórmulas de atrás para adelante a ver si en el mensaje está la voz del diablo.
     Y qué pena que los niños del parvulario no le crean a la maestra, que las voces de los profesores se topen con muros de sospecha altos como fortalezas inexpugnables. Cuánta tristeza tanto sesgo, tanta desconfianza.
     No digo tanto como en un dios, pero sería bueno poder creer en nosotros mínimamente. Al menos en dos o tres personas, al menos por un rato.

   Mónica Russomanno

e-m: russomannomonica@hotmail.com


La autora:



Mónica Graciela Russomanno nació en Santa Fe, en 1966 y es profesora en Artes Visuales.

Fue publicada en los diarios “Hoy en la Noticia”, “El Litoral”, “La Nación” de Argentina, “Ideas” de Cuba, “Xicòatl” de Austria y “Etcétera” de Zaragoza

Editada virtualmente en las publicaciones “Inventiva Social”, “Unión digital”, “La máquina de escribir”, “Página 1”( de Israel); escribe ensayos en “El Arca del Sur”.

Ha guionado los videos “El gueto de Varsovia”, el realizado por los 90 años de la radio “LT9”, así como “Relatos de Euskadi” y “El Arca del Sur”.

Fue premiada en el concurso por los 70 años de la UNL, “Nitecuento” de Editorial Mizares, el certamen de la Editorial “Nuevo Ser”, y el organizado por “Historias para el café”.

Editada en la Antología “En bandada”, participa como autora invitada en encuentros con estudiantes, y es jurado del concurso anual de cuentos juveniles de la organización “El Puente”.

En el año 2009 la Asociación Trabajadores del Estado le editó un libro de cuentos, “Historias versas y perversas” dentro de la colección Bienes Culturales.

Fue/es publicada en los Blogs:
 
"SANTA FE, MI PAIS" , 'PAGINA 1 - JOSE PIVIN' Y 'EL GALLO EN ALPARGATAS',
que edita el poeta santafesino Jose Pivín , desde Haifa, Israel.

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