Alimentación. Evitar los alimentos “chatarra” y mantener una dieta equilibrada son aspectos decisivos para que un tratamiento derive en resultados positivos.
Los tratamientos para bajar de peso, como el bypass gástrico o los programas nutricionales, sólo son efectivos si los pacientes se comprometen a sostener una alimentación saludable. La obesidad puede causar diabetes, enfermedades cardíacas y problemas articulares, entre otras patologías.
De la Redacción de El Litoral
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Se estima que en la Argentina la mitad de la población adulta, sin distinción de sexo y edad, tiene exceso de peso. En un 35% de los casos puede hablarse de sobrepeso y en un 18% de obesidad. Pero la obesidad también es una epidemia global. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2008 existían unos 1.400 millones de adultos de más de 20 años con sobrepeso, pero esperan que esa cifra llegue a 2.300 millones en 2015.
En la actualidad se avanzó mucho en el conocimiento de esta enfermedad. Hay tratamientos nutricionales, farmacológicos y quirúrgicos (como el bypass o la banda gástrica) que pueden ayudar a las personas a bajar de peso, pero la voluntad y la disciplina del paciente es clave para que estas alternativas funcionen.
La elección del tratamiento depende del perfil de cada persona, los kilos que se deseen perder pero sobre todo del compromiso del paciente por cambiar su estilo de vida. “Sin este último paso, ningún tratamiento es exitoso”, afirmó Rosa Labanca médica nutricionista, directora de asistencia y docencia de la Sociedad Argentina de Obesidad y Trastornos Alimentarios.
Abordar el sobrepeso y la obesidad es importante porque están relacionados directamente con la aparición de diabetes, problemas cardiológicos, articulares y hasta algunos cánceres. De hecho, se considera a esta enfermedad como el quinto factor de riesgo de muerte en el mundo. Cada año fallecen 2,8 millones de personas adultas como consecuencia del sobrepeso o la obesidad. “Es importante tratar a los pacientes cuando tienen sobrepeso ya que es allí cuando estamos todavía a tiempo de prevenir o evitar complicaciones mayores”, advirtió la profesional.
Alternativas
Entre los métodos no quirúrgicos para actuar sobre problemas de sobrepeso aparecen entre los más efectivos los clínico-nutricionales, que controlan el ingreso de energía alimentaria y deben acompañar cualquier otra acción.
Luego están los farmacológicos, a través de distintos medicamentos que el médico puede indicar según el perfil del paciente. Algunos disminuyen la absorción de grasa en el intestino y otros actúan sobre el apetito y ayudan con el tratamiento, aunque no son la solución. También es una posibilidad no quirúrgica el balón intragástrico (ver aparte).
La cirugía, en cambio, es un método reservado para pacientes con IMC (Índice de Masa Corporal) superior a 40 refractarios a la dietoterapia, farmacoterapia, psicoterapia y ejercicioterapia, o con un IMC de 35 pero con enfermedades asociadas como hipertensión arterial o diabetes. Los procedimientos quirúrgicos más frecuentes son el bypass gástrico y la banda gástrica.
El primero consiste en crear un pequeño reservorio gástrico que se comunica con el intestino delgado, “salteando” el resto del estómago, duodeno y primeras porciones de intestino delgado. Disminuye la capacidad del estómago y genera rápidamente sensación de saciedad. En general permite un descenso de peso del 70%, pero es irreversible ya que se debe seccionar el estómago, el intestino delgado y unirlos salteando una porción del tubo digestivo.
El segundo, consiste en la confección de un pequeño reservorio gástrico que restringe la ingesta y sólo permite el ingreso de pequeñas cantidades de alimentos. Se coloca en la parte superior del estómago, por cirugía laparoscópica, destinado a desacelerar la digestión y estimular la saciedad precoz. Al igual que con el bypass, la persona ingiere una poca cantidad de comida y queda satisfecha más rápidamente, lo que provoca un descenso de peso similar al del bypass.
Un procedimiento transitorio
El balón intragástrico es un elemento de silicona que se coloca en el estómago del paciente a través de una intervención endoscópica. Es un procedimiento transitorio: el dispositivo se deja 6 meses y se retira. Al ocupar un 40% del estómago produce una sensación de saciedad con la ingesta de pequeñas porciones de alimentos.
Se usa en pacientes que ya intentaron otro tipo de tratamientos nutricionales o farmacológicos sin éxito y tienen un sobrepeso de entre 15 y 20 kilos. También es un procedimiento utilizable en pacientes que presentan alto riesgo quirúrgico o también en quienes requieren un procedimiento “puente” o paso previo a una cirugía bariátrica (los pacientes obesos antes de someterse a una cirugía, deben bajar de peso para evitar ciertos riesgos quirúrgicos asociados a su obesidad).
Proyecto
Recientemente obtuvo media sanción en la Cámara Alta un proyecto para que la provincia adhiera a la Ley Nacional Nº 26.396, que declara de interés nacional la prevención y control de trastornos alimentarios. La norma, de autoría del senador por San Justo, Rodrigo Borla, debe ser tratada en Diputados. El objetivo propuesto, en torno a la prevención y control de los trastornos alimentarios, es la investigación de sus agentes causales, el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades vinculadas, asistencia integral y rehabilitación, incluyendo la de sus patologías derivada y las medidas tendientes a evitar su propagación.
Indicador
El sobrepeso y la obesidad se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa y se diferencian entre sí por el Índice de Masa Corporal (IMC), indicador que resulta de dividir el peso corporal por la altura elevada al cuadrado. Por ejemplo, una persona que mide 1,60 y pesa 60 kilos, deberá realizar la siguiente división: 60/2,56= IMC: 23. Según la Organización Mundial de la Salud, un IMC por debajo de 25 es un peso normal, igual o superior a 25 determina sobrepeso y uno igual o superior a 30, obesidad.
/// LA CLAVE
/// EL DATO
fuente: DIARIO 'EL LITORAL.COM- 10 DE SEPTIEMBRE 2012
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