martes, 18 de septiembre de 2012

Juan José Santander, poeta santafesino y diplomático argentino




Juan José Santander, poeta y diplomático santafesino.
 Foto: Flavio Raina

Todos los santos
No me sale ser malo, y no es que sea
bueno; blando, más bien, o perezoso.
El vivir me produce tanto gozo
que sólo alguna que otra cosa afea,
demandas cotidianas; pero el poso
de luz de cada día lo recrea.
Luego cuando alguien tal vez esto oiga o lea,
preguntará qué esconde este rebozo...
Nada. Las palabras me son tan naturales
como el aliento: como él, jadean,
suspiran, amansan, atacan, engañan,
revelan rebelándose, nos curan o nos dañan.
Y así me dejo ser y que me sean:
Reflejo en un espejo sin cristales.



De ahí
Soy de una tierra en la que la llanura
establece el paisaje y determina
la sencillez. Horizontes confina.
No hay límites de cielo a la hermosura.
En esa circunstancia el ser procura
encontrar dentro hondonada y colina,
y la imaginación su vista afina
para alcanzar algo que eterno dura
allende el horizonte ubicuo. Asila
su propia soledad en amistades
que resuenan a cósmicas edades
remotas, infinitas, insondables...
El otro adentro idéntico perfila
y afuera esboza en gestos venerables.


Así


El alma, una monja viejita que reza
en un rincón abandonado del convento,
tiene toda la fe y el sentimiento;
el mundo afuera, fealdad y belleza,
al renunciar a él en cada intento,
se lo ha ganado: es ésa su proeza.
Nada de lo que no ha conocido le pesa
y tiene lo que quiso y le interesa.
Por eso lo eligió. ¿Qué fue? Parece
que ese misterio adentro se oscurece
en luminosidad que la encandila.
¿Qué fue? ¿Qué quiere? No se lo plantea.
sigue rezando mientras se perfila
crepúsculo que en vidrios glorias crea.


Navidad


Somos tan poca cosa... Quizá es eso
por lo que quiso entre el burro y la vaca
venir, que fuera paja lo que aplaca
el frío de su cuna, y ese beso
de manso aliento de animales. Peso
en la palma mi vida, y se destaca
de ayer pelusa que el dedo de hoy saca
de mi ombligo: ruin, rancio proceso.
Inevitable. Razonable. Pero
mezquino ante ese infante en el pesebre.
Donde animales pacen su alimento.
Nuestra pobreza halla ahí también sustento.
Donde a Sí Misma la Bondad celebra.
Sin medios. Sin recursos. Tierno agüero.


Humildemente


Toda la responsabilidad no cabe
a uno solo. No somos el Mesías,
cada uno. Todas las profecías
ya se han cumplido, o cualquiera sabe
cuándo se cumplirán... Es con la llave
de la humildad con que conseguirías,
tal vez, abrir a la calma tus días,
cada uno, sin pausa, sin que trabe
nada su curso, sinuoso y ondulante
sin embargo y, por eso, no aburrido.
No sintás, pues, la carga del olvido
como alivio; tampoco es la memoria
rosario de fracasos titubeante;
ni libro estampa en láminas tu gloria.


Viéndose


Con un ligero tinte de amargura
el horizonte dibuja la meta;
la luz, como crepúsculo, respeta
el enigma: qué queda, y qué no dura...
Si es el día o la noche quien apura
el vaso, y cuál el poso que, secreta,
habrá dejado la bebida, escueta
huella en el fondo de la taza oscura...
Con que quizá alguien escrutar pretende
el futuro que solo el tiempo hiende
y oculta. Aceptamos la jornada.
Hemos llegado hasta aquí sin apuro,
sin lucha, sin violencia. Casi nada.
Lo interesante es nunca estar seguro.


Recepción (Detalle)


Ángulo entre el espejo y la pulida
-o laqueada, quizá, no sé- madera...
La fiesta alrededor se desafuera
en voces, cantos, risas, distraída
en su propio turbión; mesura ida
con pudor, guarda aún cierta manera,
superficial, de compostura: mera
trama de convenciones compartida.
La camarera jefa en recorrida
va indicando a una y otra camarera,
que la siguen, la copa ya bebida,
o algún plato vacío... Ese palillo
quebrado que el espejo en la madera
refleja, queda olvidado en tanto brillo.
Como si vivir no bastara
Como si no bastara con vivir
Lo que la vida tiene de valioso
no está en la vida. La preciada gema
expresa su belleza cuando extrema
la luz y a sus facetas tinte hermoso
da. Lo suave del pétalo que rozo
está en mis dedos. Al variar el tema
lo desentraña la música. El lema
da sentido a la acción. Y sólo el poso
da cuenta del café. Lo que ha pasado
es exterior. Lo que queda está afuera.
La rueda en torno a su vacío gira.
Sólo se alcanza a ver lo que se mira.
Nunca se llega a ver si no se mira.
Esto que vivo es siempre la primera
vez, y la última, que me ha sido dado.

fuente: DIARIO 'EL LITORAL'
 15-09-2012

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