miércoles, 22 de septiembre de 2010

Mario Fendrich: Y los 3 palos?[verdes]


foto actual (de Internet)



Mario Fendrich, 16 años después del golpe al Banco Nación. Mario Fendrich, el ex subtesorero del Banco Nación de Santa Fe, que se llevó 3,2 millones de pesos de la bóveda del lugar donde trabajaba, vive tranquilo en su ciudad de siempre. Evita hablar del robo y jura que rechazó ofertas de la productora de Tinelli para hacer una serie sobre su vida.

Ya no tiene el pelo teñido de rojizo ni el bronceado caribeño de aquella mañana calurosa en que decidió entregarse a la justicia federal. Mario Fendrich camina hoy tranquilo por las calles de Santa Fe, habla con todos sus vecinos y sigue respondiendo los saludos de quienes, de tanto en tanto, le gritan “ídolo”.

Con un look cambiado, canoso y con lentes, el ex subtesorero del Banco Nación de Santa Fe recibió a Clarín en exclusiva, a pocos días de cumplirse los 16 años del robo ideado y ejecutado por una sola persona, que sacudió y conmocionó a Santa Fe y a todo el país.


Mario César Fendrich va a cumplir 69 años el próximo mes. Habita en
la misma casa de la calle Jujuy 2828, frente al parque del Sur, con su
familia. “Hoy vivo de mi jubilación”, aseguró.


Algo le duele en la mirada al ex banquero. Reflexivo y distante, de pocas palabras, carga la mochila que lo marcó para siempre. Recordar el hecho que lo hizo famoso lo incomoda y le trae a la memoria un momento que quisiera borrar de su vida. Robó para cambiar su vida, pero al final perdió casi todo . “De aquello no hablo más, es pasado, ya pagué y estuve en la cárcel “, advierte Fendrich.


El viernes 23 de septiembre de 1994, Mario Fendrich avisó a su esposa que se iba de pesca con unos amigos, algo que hacía habitualmente. Pero el empleado del Banco Nación -hasta ese momento, con fama y legajo intachables- estaba por ejecutar un golpe casi perfecto. Esa tarde, “el correntino”, como lo llamaban sus amigos, esperó en el banco la llegada de dos camiones de caudales, recibió las sacas y entró con ellas al tesoro. Minutos más tarde salió con una caja que cargó en su Fiat Duna Weekend rojo, y se fue.


El lunes 26, Fendrich no fue a trabajar. La puerta del tesoro del banco, ubicado en el microcentro de la ciudad, no se abrió automáticamente como ocurría durante los días normales. La esposa del subtesorero no tenía noticias de su marido y entonces hizo un pedido de paradero ante la Comisaría 1a.


Al día siguiente se abrió la puerta del tesoro. Las autoridades del banco, del juzgado y de la Policía Federal esperaban con ansiedad ese momento.

Faltaban 3.200.000 pesos (en ese momento equivalían a la misma cantidad en dólares).

Y había una nota de puño y letra de Fendrich dirigida a su jefe, Juan Sagardía, que comenzaba: “Gallego, no contés, me la llevé…” , y daba detalles del dinero robado.

El viernes, antes de irse, Fendrich había programado el mecanismo de la bóveda para que recién se abriera 84 horas después.


Mario Fendrich pasó a ser el prófugo más famoso del país. Hasta que tres meses más tarde se presentó espontáneamente ante el Tribunal Federal. Eran las ocho y media de la mañana del lunes 9 de enero de 1995. Ese mismo día, en Santa Fe estaban sepultando al ex campeón del mundo de boxeo, Carlos Monzón, que había muerto en un accidente de auto.

Fendrich fue condenado por la justicia a una pena de ocho años de prisión, aunque en octubre de 1999 -tras 4 años, 9 meses y 20 días en la cárcel- obtuvo la libertad condicional. Era el plazo de dos tercios de su condena, según los cómputos judiciales que habían considerado como doble un tramo del tiempo en que estuvo detenido.

-¿Cómo es su vida actual?
-Hago la vida de un jubilado, me cruzo de mi casa al parque y camino por el circuito aeróbico. Por la tarde salgo a tomar café y converso con mis amigos de siempre.

-¿Mantiene el ritual de ir a la peña todas la semanas?
-Sí, sigo yendo pero cambiaron los integrantes, algunos ya fallecieron y otros se sumaron a la mesa.

-¿De qué hablan en la peña?
-Hablamos de todo, de política, deportes, cruzamos chanzas entre hinchas de Colón y de Unión, y jugamos al truco.

-¿Volvió a ir al banco?
-No. Nunca volví al banco y con mis ex compañeros, si me cruzo por la calle, nos saludamos y nada más. Pero ojo, no tengo rencores con nadie.

-¿Y cómo está con su familia?
-No, de eso no hablo. Vivo con ellos pero es un tema que no quiero tocar. Nos llevamos bien.

-¿Es cierto que le ofrecieron escribir un libro y llevar al cine la historia del robo?
-Sí, es cierto. Tuve varias propuestas pero las deseché. Inclusive de la producción de Marcelo Tinelli me llamaron en varias oportunidades para hacer una novela de 14 capítulos sobre mi vida y lo que sucedió (Fendrich nunca menciona la palabra robo), pero no lo acepté.

-¿Tiene otros ingresos? ¿No había puesto una fábrica de cascos de lanchas y cielorrasos de plástico?
-No, eso ya pasó. Mientras estuve detenido en la cárcel de Las Flores aprendí el oficio para fabricar cielorraso de plástico. Levantamos una mini empresa con un amigo por un tiempo, pero después la cerramos de común acuerdo.

En el estudio jurídico de su abogado defensor, Fendrich luce saludable.

Está vestido de elegante sport, con un jean gris, camisa a cuadros con colores suaves, campera de lana y zapatos al tono. Mira su reloj en varias oportunidades, como apurado. Ya pasó el mediodía y lo esperan en su casa para almorzar.

-Se dice que usted guardó el dinero del botín del golpe al banco en una lata y la enterró…
-Es parte de una fábula eso de que enterré el botín, como tantas otras que escuché. Yo vivo de mi jubilación.

A la búsqueda de un surubí


Mario Fendrich hoy mantiene hábitos y costumbres de un hombre común. Es socio de Colón, al que sigue todos los partidos de local. “Espero que alguna vez se nos dé lo del campeonato”, dice. También despunta el vicio de la pesca. Participa de torneos que se hacen en el club de Colastiné, y sale con su lancha a recorrer el río Paraná casi todos los fines de semana, en procura de un buen ejemplar de surubí o dorado.

Clarín -20 de Septiembre 2010
Fuente: SM

Reproducido en CRONICA SANTA FE




Alguien se acuerda de Mario Fendrich?
por Daniel Guebel









Alguien se acuerda de Mario Fendrich? Hace unos años, trabajando en una revista de esta misma editorial, tuve que escribir sobre el caso del subtesorero del Banco Nación de Santa Fe, que luego de trabajar durante años en la sucursal de la zona, entró en la caja y hurtó unos tres millones de pesos.

Por Daniel Guebel


Hace unos años, trabajando en una revista de esta misma editorial, tuve que escribir sobre el caso del subtesorero del Banco Nación de Santa Fe, que luego de trabajar durante años en la sucursal de la zona, entró en la caja y hurtó unos tres millones de pesos.

Tratando de ser original a toda costa, ya que no me sale ser moderno, en mi nota refrité buena parte de la información que circulaba en los diarios y agregué un rasgo de mi propia cosecha: calculando grosso modo su sueldo de subtesorero lo multipliqué por la cantidad de meses y de años que le habría costado hacerse de la misma suma que hurtó con un limpio golpe de mano. Daba cerca de ciento sesenta años.

Por supuesto, las cosas empiezan a interesarnos luego de que creemos haber acabado con ellas.

Tras la nota, tras la amable reconvención del director del medio (“¡Qué elegante apología del delito escribiste!”), empecé a leer en serio sobre la vida de Fendrich antes de su hurto.

Se había convertido en un personaje por derecho propio. Supe que tenía un matrimonio no muy grato pero contaba con barra de amigos, se hacía sus asaditos, navegaba el Paraná, acampaba en islas, se le atribuían gratas amistades del sexo opuesto.

Lo que me atrapaba era un interrogante: ¿por qué alguien que parecía tener una vida satisfactoria se arriesgaba a perderlo todo?

Entretanto, Fendrich estaba prófugo, aparecía, se entregaba, iba preso, era juzgado, pagaba su delito en la cárcel.

Hipótesis: la suma era mayor, en el banco se guardaba además la plata negra del juego clandestino de Rosario, Fendrich había estado escondido en Paraguay, contratado custodia, gastado todo su dinero, sobornado a la Policía para que no lo mexicaneara y asesinara, y a los del Servicio Penitenciario para tener un buen pasar en la cárcel.

Una vida de novela, como cuando las novelas eran de verdad. Así que escribí un guión de cine con el asunto, la película la filmó Sergio Belloti (se llama Tesoro mío y se encuentra en su videopirata de confianza, señora). Años más tarde, Fendrich salió de la cárcel, volvió a su pueblo: al parecer, está separado de su esposa, se convirtió en pintor de obra, trabaja con los hijos.

Un periodista que fue a hacerle una nota me contó que Fendrich lo invitó a pescar y al río y a comer asado, y que estaba enojado porque en el film se lo mostraba como un hombre infiel. Le mandé a decir que se tranquilizara, que él había cumplido un sueño de muchos argentinos y que su personaje –interpretado por Gabriel Goity– también, porque había intimado con Edda Bustamante y Victoria Onetto.

Ahora bien, pasados los años, la pregunta sigue presente: ¿por qué hizo lo que hizo ese hombre? ¿Por dinero? ¿Realmente alguien puede creer que esa suma de peripecias que termina con brocha gorda se construye para quedarse al fin del camino con una suma equis que no tendrá tiempo ni posibilidades de gastar? No. El paraíso de algunos es el infierno de los otros. Yo, trabajando de periodista, imaginaba como dichosa esa vida de bancario despreocupado y casi feliz, mientras que él, posiblemente, durante cada una de sus horas de contar plata ajena soñaba con una vida de aventuras. Quizá, cumplido su sueño, y obtenida toda la satisfacción que anhelaba, Fendrich se resignó a continuar como antes, con la excepción de que, donde había una calculadora, ahora hay una brocha gorda.

Puedo creer que sé lo que piensa: que en cada mano de cal, en cada trazo que su mano va extendiendo en un infinito de paredes sucesivas, Fendrich encontró la serenidad perdida. Vuelto un hito del pasado su momento más delictivo y glorioso, convertido ya, por efecto del olvido colectivo, en encarnación jubilada de una épica que ya no encuentra admiradores (la de los héroes de la rebelión contra la rutina, que exaltaban las películas de los años 60), el hombre blanquea su vida.

*Periodista y escritor./Perfil

ESCRITO EL 19 DE JUNIO 2010.

fuente:
http://campociudad.com/cultura/cine/alguien-se-acuerda-de-mario-fendrich-por-daniel-guebel/

No hay comentarios:

Publicar un comentario