al margen de la crónica
Sería bueno que la llegada de la primavera ahuyente la mala onda de muchos santafesinos. Manejar un auto por las calles es lo más parecido a enfrentar los peligros de la selva armado con un tenedor. Ni hablar del riesgo que significa convertirse en peatón -y eso que todos en algún momento lo somos-. Por su causa, la cara de muchos conductores pasa a parecerse a la de un bulldog. La gente cruza por la mitad de la calle desconociendo las sendas, escuchando la música que descarga a su MP3, hablando por celular o mandando mensajes de texto. Para los ciclistas el sentido de las calles es para que lo respeten los automovilistas y, la luz roja de los semáforos, es la señal para que avancen los motociclistas. Los taxistas se cruzan de izquierda a derecha lanzados sobre un posible pasajero y los colectiveros hacen abuso del tamaño de los coches.
Una señora salió indignada de un negocio céntrico criticando la descortesía de la empleada que no dejó de hablar por teléfono con una amiga, mientras le hacía señas con la mano a la clienta para que la esperase; después de un plantón de varios minutos, la mujer abandonó el local prometiendo no volver nunca más.
La fila en el lugar de información en una dependencia pública no se mueve. Después de un rato largo de cabecear buscando al empleado que aparenta ser lento, un hombre que espera ser atendido se sale de su lugar y se acerca a la ventanilla. Para su sorpresa allí no había nadie, ni rastros del empleado. Como diez minutos después apareció, y como disculpas levantó un vasito de café y torció la cabeza como expresando, “y bueno, yo tengo derecho a tomarme un café”. Ni hablar cuando la mala onda se transforma en violencia y los inadaptados destrozan desde centros educativos y hasta comedores escolares que auxilian a chicos que son sus vecinos o cuando lo que es de todos se convierte en blanco de la diversión destructora de patotas.
Hoy empieza la “estación del amor” y no sólo los jóvenes deberían ser los protagonistas del sentimiento tan placentero. Si, como reconocía un santafesino que vive afuera y que hacía tres años que no venía, que muchas cosas están distintas, que se nota una incipiente prolijidad, que los espacios públicos están diferentes y, a excepción del estado del pavimento de muchas calles, el aspecto urbano tiende a mejorar: ¿no será posible proponerse al mismo tiempo, guardar las ropas gruesas y oscuras del invierno y la violencia cotidiana de cualquier tipo en el fondo del placard y poner en uso, junto con las remeras livianas, un poco de sensatez y simpatía?
fuente: Diario EL LITORAL- SANTA FE,
21 DE SEPTIEMBRE 2010
miércoles, 22 de septiembre de 2010
La estación del humor-
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