domingo, 24 de julio de 2011

Mónica Russomanno, escritora, poeta, ensayista, profesora en Artes Visuales, SANTAFESINA, nos trae su palabra.!!!


CAÍDA CONTROLADA



Vemos un laboratorio como imaginamos los lugares de creación científica; como las viejas películas de ciencia ficción imaginaban el desarrollo de la técnica: batas blancas, asepsia, ángulos ortogonales y aristas blancas. En el impoluto laboratorio, un robot que intenta dificultosamente hermanarse con los que nos desplazamos sobre dos extremidades. Sin éxito. El blanco robot en el blanco laboratorio una y otra vez se cae.


Pesado, no demasiado alto, las rodillas dobladas y un aspecto alarmantemente humano. Pero más que hombre, mujer o niño, se asemejaba a un astronauta enfermo con mareos invalidantes.


En la división de cibernética de la SONY intentaban que el autómata diese tres pasos sin acabar de costado sobre el piso. No lo lograban, y menos aun cuando un asistente le propinaba un empujoncito. Más motores en las articulaciones, sensores de gravedad, giróscopos. Nada. El robot, pobrecito, invariablemente terminaba de costado pataleando sobre el suelo del laboratorio.


Para lograr que camine un bípedo, es necesario estudiar cuadro por cuadro y con extremo detalle el desplazamiento de los humanos. De la imitación de la naturaleza se obtienen las maravillas y los monstruos tecnológicos. Precisamente observando videos de movimiento, uno de los ingenieros dio finalmente con la solución simple y obvia, como simple y obvia suele ser cada solución una vez que alguien ha dado con ella.


Nadie camina sin caer innumerables veces; la cosa no es evitar la caída sino intentar controlarla.


El cuerpo se inclina hacia adelante, comienza a caer, se adelanta una pierna que salva al peatón de quedar tendido en la vereda. La columna se tiende hacia el frente, la pierna se extiende con vigor, el atleta corre y equilibra con brazos y cintura la posibilidad de rodar en la pista.


Caminar, entonces, es frenar innumerables caídas en vez de evitarlas. Será que más importante que cuidar la indumentaria es aprender a zurcir las inevitables rasgaduras. Las heridas abren la piel pero se restañan, la red necesita de remiendo luego de cada pesca en alta mar.


Caminar es controlar cada pequeño abismo, poner cintura a las traiciones, manotear algo para asirse cuando se cae el amor, frenar un poco cuando la ira arrecia o la enfermedad desbalancea. Vivir es superar cada grande o pequeño revés hasta aquel que, por profundo o por final, sea el que nos deje tendidos para siempre. Mientras tanto, a extender la pierna hacia adelante muchachos, y a intentar mantener el paso airoso.




Mónica Russomanno


La autora:



Mónica Graciela Russomanno nació en Santa Fe, en 1966 y es profesora en Artes Visuales.

Fue publicada en los diarios “Hoy en la Noticia”, “El Litoral”, “La Nación” de Argentina, “Ideas” de Cuba, “Xicòatl” de Austria y “Etcétera” de Zaragoza

Editada virtualmente en las publicaciones “Inventiva Social”, “Unión digital”, “La máquina de escribir”, “Página 1”( de Israel); escribe ensayos en “El Arca del Sur”.

Ha guionado los videos “El gueto de Varsovia”, el realizado por los 90 años de la radio “LT9”, así como “Relatos de Euskadi” y “El Arca del Sur”.

Fue premiada en el concurso por los 70 años de la UNL, “Nitecuento” de Editorial Mizares, el certamen de la Editorial “Nuevo Ser”, y el organizado por “Historias para el café”.

Editada en la Antología “En bandada”, participa como autora invitada en encuentros con estudiantes, y es jurado del concurso anual de cuentos juveniles de la organización “El Puente”.

En el año 2009 la Asociación Trabajadores del Estado le editó un libro de cuentos, “Historias versas y perversas” dentro de la colección Bienes Culturales.





No hay comentarios:

Publicar un comentario