El lunfardo
Por Sergio León Gómez
Como sabemos, el lunfardo es el argot porteño, el de Buenos Aires: se trata de una jerga sólo para iniciados, los lunfas, es decir, los ladrones, que utilizan un lenguaje para excluir a los demás de sus actividades ilícitas, pero también para diferenciarse de ellos.
El juguete rabioso es una verdadera mina en este sentido y Roberto Arlt era consciente de que en su escritura incorporaba este argot a la tradición literaria.
Del diccionario italiano español y español–italiano:
Furbo: engañador, pícaro.
Furbetto, Furbicello: picaroncito.
Furberia: trampa, engaño.
El autor de estas crónicas, cuando inició sus estudios de filología «lunfarda», fue víctima de varias acusaciones entre las que las más graves le sindicaban como un solemne macaneador. Sobre todo en la que se refería al origen de la palabra berretín, que el infrascripto hacía derivar de la palabra italiana berreto y de la del squenun, que desdoblaba de la squena o sea de la espada en dialecto lombardo.
Ahora, el autor triunfante y magnificado por el sacrificio y el martirio a que lo sometieron sus detractores, aparece en la liza como dicen los vates de los Juegos Florales, en defensa de sus fueros de filólogo, y apadrinando la formidable y bronca palabra furbo que no hay malandrín que no la tenga veinte veces al día en su bocaza blasfema.
Yo insistía en los estudios anteriores que nuestro caló era el producto del italiano aclimatado, y ahora vengo a demostrarlo con esta otra palabra.
Tomado de Roberto Arlt, «El “furbo”», en Aguafuertes,
1.ª edición, Buenos Aires, Losada, 1998, vol. II, págs 63-64
jueves, 10 de febrero de 2011
AGUAFUERTES DE ARLT: El Lunfardo
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