viernes, 5 de noviembre de 2010

Carlos Laurans, poeta y escritor de la Pcia. de Santa Fe (Argentina)




Carlos Laurans

EL HOMBRE DORMIDO


Había una vez un hombre que vivía con los pies colgando del horizonte y la cabeza llenas de sueños, de espaldas a la vida.
La misma lo rodeaba, tratando de llamarle la atención de todas las maneras posibles. Le regalaba amaneceres, tardes de sol, canto de pájaros, bellezas increíbles, en fin, una catarata de maravillas muy difícil de asimilar todo de una sola vez.
Pero el hombre seguía allí, como si nada.
Ya muy preocupada, le pidió ayuda a la alegría. Esta llegó vestida de sedas multicolores y cascabeles; bailó cantando a su alrededor y hasta se atrevió a tocarle la nariz, pero tampoco tuvo resultado.
El amor, que estaba sentado en una nube también quiso participar en el rescate, y comenzó a acercarle personas.
Primero fueron los niños. Lo buscaban para invitarlo a jugar, luego la gente pidiendole ayuda y por fin, ella: la mujer de sus sueños.
Y claro, a eso nadie puede resistirse.
Sintió un calorcito en el pecho y mariposas en el estómago que fueron subiendo, y cuando llegaron a la cara, le estallaron en sonrisas.
Entonces, revoleó los zapatos, se dio vuelta y enfrentó la vida; sin esfuerzo recuperó a la alegría y luchó por el amor.
Dicen también que ahora, muy de vez en cuando y tratando de que nadie lo vea, ensaya pasos de baile, y hasta se atreve a cantar.



ANHELO

Sé que está llegando

en un giro de mariposas
sobre un macizo de flores,

montado en la brisa
que pasa suave entre los pinos;

tal vez en un arrullo de palomas,
un vuelo de colibríes
en la risa de los niños.

Porque todo brilla;
las azucenas lo anuncian:
falta poco...falta poco dicen.

Y es cierto,
la sangre bulle,
se me eriza la piel
y digo:
cuando quieras, amor...
aquí te espero.




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