miércoles, 11 de noviembre de 2015
SADE- FILIAL SANTA FE INVITA: ACTO ENTREGA DE PREMIOS DE NUESTROS CERTAMENES LITERARIOS Y CIERRE CULTURAL, 20 de noviembre 2015, a las 20hs,
lunes, 27 de junio de 2011
CARLOS ROBERTO MORAN: SU BLOG EN "EL PAIS,COM" de Madrid
El comentario:
Claudia Piñeiro y su novela
"Betibú"
por CARLOS ROBERTO MORAN
27 Jun 2011

Dejando de lado el estilo de sus novelas anteriores, todas de sesgo policial, la argentina Claudia Piñeiro –exitosa autora en su país y ahora con proyección internacional- opta por una escritura más abigarrada en “Betibú”, ficción con la que ha tenido en su país una rápida repercusión.
Como en “Las viudas de los jueves” -historia que la volvió muy popular, oportunamente llevada al cine- “Betibú” también transcurre en un country, barrio privado próximo a la Capital Federal argentina, donde un poderoso empresario aparece asesinado de manera análoga a lo que le había ocurrido a su mujer tiempo atrás. Lo curioso es que el empresario muerto, Pedro Chazarreta, era el principal sospechoso del crimen de su esposa.
Es uno de los guiños cómplices de Piñeiro con el lector avisado, dado que “Las viudas de los jueves”, que también transcurre en un country y refiere asimismo a un crimen, pareció remitir a un asesinato muy resonante en la Argentina, el de María Marta García Belsunce, por el que está detenido su marido.
Es apenas una mención, casi como si fuera un saludo a la distancia, porque a poco andar la historia que cuenta “Betibú” toma por otros caminos, dado que se producen varias muertes de hombres mayores, amigos en común, y amigos de Chazarreta. En un caso se trató de un suicidio, en otro, de un accidente de auto, a un tercero la muerte le sorprende cuando estaba esquiando. Pero la suma de todos esos “accidentes” despierta sospechas en los tres principales personajes de la novela.
Ellos son la escritora Nurit Iscar, el veterano periodista Jaime Brena y un muchacho recién llegado al oficio a quien se lo identifica como “el pibe de policiales”. A Nurit, el periodista Brena la ha bautizado Betibú porque le recuerda al personaje Betty Boop, rulos incluidos.
Entre la justicia y la verdad. “Si no hay justicia, por lo menos que se sepa la verdad”, dijo alguna vez el malogrado escritor argentino Rodolfo Walsh. Es lo que se van a repetir, y por lo que van a actuar los tres personajes principales de la historia (aunque “el pibe” termine siendo a la postre un observador, más testigo que protagonista del relato)
Lorenzo Rinaldi es el arbitrario jefe de redacción de “El Tribuno”, diario en el que trabajan Brena y el novato cronista de policiales. Antiguo amante de Nurit, la invita para que se instale en el country y desde allí mande notas, más sociales y especulativas que “periodísticas”, sobre el caso del matrimonio Chazarreta. Para la investigación en sí envía a “el pibe”, pero también se suma Brena, verdadero sabueso de la información policial, pese a haber sido desplazado por el propio Rinaldi de la sección con la que se siente tan identificado.
Nuria es recibida con desconfianza en ese barrio privado, “La Maravillosa” y uno de los amigos de Chazarreta – Luis Collazo- es uno de los que más se niega a dialogar con ella. Collazo, oportunamente, aparecerá colgado en la casa que ocupa en el country. En apariencia, un suicidio.
El principio de “solución” de los enigmas que se le presentan al trío será una fotografía. Una foto esfumada de la casa de Chazarreta pero que reaparecerá más tarde en las manos de otro hombre que ha sufrido humillaciones por parte de un grupo de muchachones violentos, hijos del poder se podría decir, que se reconocen con un nombre identificatorio: “La chacrita”.
En tanto, en la historia se suman otros personajes, tales como las amigas de Nuria y una cronista cultural, Karina Vives, que ha firmado una nota crítica de la última novela de Betibú, a la que sencillamente destrozó, a tal punto que llevó a la escritora a dejar de publicar. Karina vive su propia procesión personal, porque está embarazada y no sabe qué hacer. Sin embargo a esta segunda historia Piñeiro la deja “colgada”, sin desarrollarla adecuadamente.
Los medios de comunicación. A través de Brena y “el pibe”, la autora plantea distintas inquietudes sobre el quehacer periodístico y los medios de comunicación. Brena resulta ser un periodista de viejo estilo, acostumbrado a investigar por su cuenta, de “salir a la calle” para encontrar esa huidiza verdad. “El pibe”, en tanto, no se desprende de su Blueberry y todo lo resuelve consultando en el altar de Google.
Piñeiro traslada a la novela el debate actual argentino sobre los medios de comunicación. No toma partido excesivo, porque al fin de cuentas se trata de una ficción, aunque sus críticas recaen en los medios privados soslayando los públicos, que suelen ser fuertemente gubernamentales.
“Betibú”, la historia, llega en cierto momento y de determinada manera, a establecer las causas de los crímenes, los reales, los que pudieron haber sido tales y no meros accidentes. Aunque la figura de un comisario, Venturini, que podría haber tenido un papel preponderante en estos episodios, aleja a esos asesinatos de un posible ajuste de cuentas personal para proyectarlo en un “más allá”, de intereses ocultos, que tampoco terminan explicitándose. En la novela los personajes no pueden publicar lo que han logrado conocer y mientras Brena decide seguir en el diario y Nurit volver a sus novelas, "el pibe" opta por la presunta libertad de crear un medio alternativo, on line.
El estilo “abigarrado”, la necesidad de expresarse con un discurso excesivamente coloquial y de términos recurrentes (como García Márquez, Piñeiro también cae en una reiterada mención onomástica que incomoda) y el hecho de que no terminen de esclarecerse todos los enigmas de la novela, nos ha generado insatisfacción.
Mucho hubiera ganado “Betibú” sin tantos cabos sueltos y con una escritura más despojada, Precisamente la que caracterizó a la autora en sus ficciones anteriores. Evidentemente, no es lo que ha ocurrido.
-------------------------------------------------------------------------------
Perfil
Claudia Piñeiro nació en el Gran Buenos Aires, Argentina en 1960. Es escritora, dramaturga, guionista de tv y colaboradora de distintos medios gráficos. Es autora de las novelas “Las viudas de los jueves”, “Tuya” (ambas de 2005); “Elena sabe” (2007), “Las grietas de Jara” (2009) y “Betibú” (2011) Ha publicado también los relatos para niños “Serafín, el escritor y la bruja” (2000) y “Un ladrón entre nosotros” (2005) Su obra teatral “Cuánto vale una heladera” fue estrenada en el ciclo Teatro por la Identidad 2004 y publicada por el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de Argentina. Su drama “Un mismo árbol verde” ha sido candidata a los premios Florencio Sánchez y María Guerrero, y ganó el premio ACE 2007. Sus ficciones están siendo traducidas a distintos idiomas. “Las viudas de los jueves” fue llevada al cine por Marcelo Piñeyro en 2009. Ha obtenido los siguientes galardones: XI Premio Latinoamericano de Literatura Infantil y Juvenil 2005 (Colombia) por “Serafín…”; Clarín de novela 2005 (Argentina) por “Las viudas de los jueves”; Sor Juana Inés de la Cruz 2010 (México) por “Las grietas de Jara”; y LiBeraturpesis 2010 (Alemania) por “Elena sabe”.
-------------------------------------------------------------------------------
En el blog:
Comentario sobre “Las grietas de Jara”
Algunos enlaces:
Claudia Piñeiro en la Wikipedia en castellano
Claudia Piñeiro en la Audiovideoteca del gobierno de la ciudad de Buenos Aires
Claudia Piñeiro en Escritores.org
Entrevista de Silvina Freira en Página 12 de Buenos Aires
-------------------------------------------------------------------------------
“Betibú”, por Claudia Piñeiro
Editorial Alfaguara, Buenos Aires, 2011, 345 páginas
En Argentina: 79 pesos Escrito por: cmoran24 el 27 Jun 2011 - URL Permanente
Sobre este blog

Carlos Roberto Morán
Soy un escritor y periodista que vive en Santa Fe, República Argentina. En el presente blog voy incorporando textos narrativos y comentarios sobre libros y autores, por lo que me propongo mantenerme en el territorio de lo literario. Al menos por el momento.
En un artículo del blog (en el tag o ventana "Noticia") doy más detalles sobre mis datos bio-biblográficos. He incorporado también en "Invitados" textos de escritores amigos.
Gracias por visitarme.
Carlos
Cliqueando sobre las distintas secciones que aparecen en Mis Tags pueden ubicar los diversos trabajos que voy agregando al blog, por categoría o tema.
Últimos comentarios
- El comentario:Claudia Piñeiro y su novela "Betibú" 2 comentarios cmoran24 Rosa M. M.
- Vida, pasiones y muerte de Roger Casement en "El sueño del celta", de Mario Vargas Llosa 4 comentarios Alexander Caján cmoran24 cmoran24 Rosa Mayo Marcuzzi
- Borges, veinticinco años después 8 comentarios cmoran24 jvsm cmoran24 Anónimo cmoran24
- El río Paraná, y sus afluentes, en catorce cuentos 2 comentarios cmoran24 pia
- El mundo sin emociones de Haruki Murakami en su fábula "1Q84" 6 comentarios cmoran24 Julio Hermaz. cmoran24 Anónimo cmoran24
NOTA DEL DITOR DE ESTE BLOG,
Con gran satisfacción pongo a disposición de
mis lectoras/es, estos textos de Carlos Roberto
Morán, uno de los grandes y talentosos
escritores y periodistas de Santa Fe y de la
Argentina.
Lic. Jose Pivín
Haifa- Israel


miércoles, 13 de abril de 2011
El río Paraná, y sus afluentes, en catorce cuentos

Gloria Lenardón y Marta Ortiz han preparado la antología “El río en catorce cuentos” de otros tantos autores argentinos. En rigor, escritores que en su casi totalidad viven, vivimos, en la provincia de Santa Fe y que hablan de la fuerte influencia que tiene el río Paraná (y sus múltiples afluentes) en la vida de los santafesinos. Y que en estos casos han incidido en sus escrituras.
Los convocados somos Beatriz Actis, Fernando Callero, Sonia Catela, Horacio Convertini, Delia Crochet, Angélica Gorodischer, Alicia Kozameh, Alberto Lagunas, María Rosa Pfeiffer, Jorge Riestra, Pablo Crash Solomonoff, Beatriz Vignoli, la compiladora Marta Ortiz y quien esto escribe.
En el prólogo, Lenardón y Ortiz expresan: “Como agua de río, los catorce cuentos que dan cuerpo a esta antología combinan reflejos, texturas, apariencias, matices: el humor, la tragedia, la exploración, el símbolo, exponen la diversidad y riqueza de las voces convocadas”.
Haciendo una síntesis de los cuentos elegidos, ellas señalan: “Una relación ritual y obsesiva con un mítico poeta entrerriano obliga a cruzar periódicamente el río al protagonista de La otra orilla (de Beatriz Actis) El delta, que según la leyenda alguna vez fue incontaminado, se ha vuelto riesgoso para la experiencia de un héroe y un testigo lanzados con sus limitaciones a una sopa de «aceites y alquitranes » en El pus del diablo (de Horacio Convertini) De un modo análogo una mujer busca entre la materia inservible y la vegetación llamativa y estéril, un hallazgo que justifique su constante acecho en Camino al sur (de Angélica Gorodischer) La corriente arrastrará también una sucesión de crímenes en Cuerpos (de Delia Crochet), así como en otra clase de orden y durante los años de plomo, «entre las plantas y el barro» era posible encontrar la prueba de otros crímenes, tal como lo expresa la Carta a Aubervilliers (de Alicia Kozameh)
“El río será testigo tanto del recuerdo infantil de dos primos varados en una canoa en medio del arroyo Cululú (en Mi primo y la canoa, de María Rosa Pfeiffer), como de las devastadoras consecuencias que los inundados enfrentan en El más vivo de todos (de Carlos Roberto Morán), como así también de una charla impregnada de escepticismo y poesía en Scrabel (de Beatriz Vignoli), o de una pretendida experiencia mística que derivará en degustación pedestre de ribetes fantásticos en Abadía for export (de Pablo Solomonoff)
“Entre otras curiosidades, la obstinación de un hombre será capaz de plantar un barco en lo alto de una loma en Barco de boca abierta (de Sonia Catela), y dos hermanos, en Marcela (de Fernando Callero), deambularán en la oscuridad con una mujer robada. El torrente del delirio se repetirá en Capricho sobre la partida del hermano más querido (de Alberto Lagunas), entre dos mellizos a causa de una «intrusa».
“Sentados a la mesa de un café de la ciudad se encontrarán amigos a los que la crisis va «hundiendo» en Historia de la crisis (de Jorge Riestra) y el ámbito urbano, como espejo de agua, reflejará personajes de ficción en la historia de gemelas veteranas y retocadas en Muñecas (de Marta Ortiz)
“Más que un curso de agua el río puede verse como un trazo de escritura: ideograma, línea recta, curva, quiebre. Y el símil no parece un producto azaroso: un río dará cauce, vía, página a la escritura de cualquier historia”.
El prólogo concluye afirmando que “el agua del río está unida a lo que acarrea, puede verse limpia o cargada de detritus, su nivel tiene marcas, altas o bajas; para avanzar o aquietarse el agua depende de ellas, su velocidad se sujeta a una coacción métrica”.
La antología se presentará en el transcurso de este mes y se exhibirá en la Feria del Libro de Buenos Aires, que comenzará el próximo día 20. “El río en catorce cuentos” fue publicado por Editorial Ross, de Rosario, y el volumen integra la colección Narrativas Contemporáneas que dirigen Lenardón y Ortiz.
BLOG NOTICIAS DESDE EL SUR-


jueves, 3 de marzo de 2011
Carlos Roberto Morán, escritor y periodista santafesino nos atrapa con uno de sus cuentos
La infinita venganza
o el olor de la muerte
CARLOS ROBERTO MORAN
“En una mano llevaba un
revólver Harrington &
Richardson, calibre 32; en la
otra, un ramillete de flores”.
De una nota periodística
Abrió una de las ventanas, la de la izquierda.
La aseguró con una traba que habían
hecho colocar muchos años atrás. Por allí,
al correrse las cortinas, penetró la llovizna.
Sólo mojaba el parquet, protegido a su vez
por láminas de plástico. Era una costumbre
que habían adquirido, la de dar la bienvenida
a la lluvia. Por la otra ventana, la de la derecha,
cerrada, a través de los visillos levantados a
medias, miró cómo el agua ibacorriendo las
cosas, lavando ese pequeño mundo de la calle,
las casas de los vecinos, los hilos tendidos de
la electricidad y los teléfonos.
Se miró las manos observando las crecientes
manchas oscuras. Levantó la vista y quedó
detenida, no demasiado tiempo, en una
fotografía de paseo en domingo y en un
cuadro con flores, una jarra de vino, una
pipa disonante, amarronada, ubicada en
un costado de la pintura. Ni ella ni el resto
de la casa producían ruido alguno. Llegaba
sí una débil voz más allá de las paredes.
Alguien que está diciendo su mundo, pensó.
Todos tenían su mundo, era cierto.
Se corrió a la cocina para comer unas
galletitas algo resecas y tomar un té con
edulcorante. Después se levantó y fue
encendiendo y apagando las luces de la casa.
El gato le maulló y ella le dio carne y leche
que sacó de la heladera.
Había regresado a la cocina revisando
prolijamente la lista de compras que debería
hacer a la mañana siguiente. Anotó algo más
y tachó las compras ya hechas.
Se dirigió al primer piso de la casa, subiendo
con cuidado las escaleras. Siempre se agitaba
y por eso se prometía vivir en una casa de
una sola planta, sabiendo que esa promesa,
como tantas otras, nunca sería satisfecha.
En el dormitorio revolvió un cajón y sacó
aquello que fue a parar a un bolso grande
que levantó también para después salir de
la habitación apagando las luces y cerrando
la puerta delicadamente, como si alguien
durmiera dentro.
En el pasillo arregló los jazmines colocados
en los pequeños floreros. La planta alta
mantenía el olor de las flores. A ambos les
gustaban.
Pasó de nuevo a la planta baja y esta vez
cerró la ventana abierta. No tenía tiempo
de limpiar los plásticos del piso, cosa que
le molestó. Dejó entonces que el charco se
extendiera más allá del sector protegido y
avanzara sobre el parquet, ensanchándose,
siendo lo mismo y también otra cosa que
crecía en la casa.
2
Apagó las luces y cerró todo. El paraguas
que usaba era negro y cómodo. No le
pertenecía, pero hacía abstracción de
eso como de tantos otros objetos y
situaciones.
Esperó un taxi, detenida en el umbral de
la vivienda y protegida por el porche que
en su imaginación veía como el pórtico
de un mausoleo.
Debió esperar antes de que apareciera el
coche negro y amarillo con su lucecita roja
encendida marcando “libre”. Le hizo señas,
chistando con un chistido agudo que en
general evitaba porque le hacía recordar
a un pájaro ridículo.
El chofer le habló de la lluvia y de los
baches y ella le contestó con monosílabos
al comienzo, pero después se limitó a
quedar callada, pensando en sus asuntos,
revisando el bolso sin sacar nada de él,
palpándolo, como si fuera un animal vivo.
Al bajar del coche sólo lloviznaba. Retornó
a la protección del paraguas hasta el
momento en que, al comprobar que
apenas goteaba, lo cerró permitiendo
que esas gotasla mojaran para refrescarse,
porque pese al agua persistía el calor.
Su rostro era alargado. Caminaba apretando
los labios mientras sus ojos buscaba una
numeración, una vivienda precisa.
La casa buscada estaba a media cuadra,
era de tipo chalet y tenía algunas luces
encendidas en su interior.
En el jardín delantero había jazmines.
Los miró, revividos por el agua. Se decidió a
tomar unas cuantos, armando un pequeño
ramo.
De su bolso sacó la llave que había
encontrado en el saco ajeno y que –sabía-
correspondía a la puerta de entrada. Abrió
sin ruido, como era su costumbre, y penetró
en el lugar.
Se fue guiando por deducciones, por lo que
–entrecortadamente- había logrado
establecer a partir de las conversaciones
que el hombre sostenía por teléfono con la
mujer y que ella había podido escuchar
por el aparato supletorio que permanecía
a su lado, en el piso superior.
Desembocó en el dormitorio donde estaban
la mujer joven y el hombre maduro.
Sobre sus cuerpos desnudos y traspirados
les arrojó el ramo de jazmines, sin hablar,
pensando en un ambiguo mensaje de las
flores, en cuánto reconocería él en cada
flor, en cada pétalo: costumbres, hijos,
viajes, planes, gustos, promesas, las voces
idas y el tiempo irrecuperable.
Después apuntó, en medio de la confusión
de los cuerpos, entre gritos y advertencias.
La bala fue certera: su cabeza se expandió
por toda la pieza, sembrándola del olor a
la muerte.
3
Fue una multiplicación sin término de su
carne chamuscada, ante el horror de la
mujer joven que miraba sin comprender,
ante el terror del hombre maduro que
entendía de qué forma ella, matándose
delante de los dos, se tomaba su infinita
venganza.
Santa Fe, Argentina, 1989 – 2000
CARLOS ROBERTO MORAN
Carlos Roberto Morán nació en Santa Fe, Argentina, el 17.8.1942, ciudad en la que reside. Es escritor y periodista y ha publicado los libros “Territorio posible” (México, 1980), “Noticias desde el sur” (México, 1986), “Noticias de Sergio Oberti” (Argentina, 1990) y “Ella cuenta sobre el mar” (Argentina, 2006) Sus trabajos han aparecido en diversas antologías y publicaciones, tanto de la Argentina como del exterior. Las más recientes antologías en las que se incluyeron sus cuentos son: “Antología del nuevo cuento argentino”, Widawnictwo Literackie, Varsovia, Polonia, 1988; “La otra realidad”, Desde la Gente, Buenos Aires, 1994; “Cuento argentino contemporáneo”, UNAM, México, 1996; “Padre río”, Desde la Gente, Buenos Aires, 1997; “Narradores argentinos”, Cultura de Veracruz, Xalapa, México, 1998; “Octopus”, Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 1998 (el relato largo “Ella hablaba sobre el mar”); “No hay dos sin tres. Historias de adulterio”, Editorial Páginas de Espuma, Madrid, España, 2000; “Hazañas bélicas”, Editorial Páginas de Espuma, Madrid, España, 2001; “Molto Vivace”, Editorial Páginas de Espuma, Madrid, España, 2002; “Octopus II”, Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, 2002; “Leer la Argentina” , Ministerio de Educación de la Nación, Buenos Aires, Argentina, 2005; y “Cuentos de magia”, Editorial Páginas de Espuma, Madrid, España, 2007.
Ha recibido distintos premios y distinciones, tanto en su país como en el exterior.
La revista “Cultura de Veracruz”, que aparece en Xalapa, México, dirigida por Raúl Hernández Viveros, le dedicó un “homenaje” en su N° 31, mayo de 2008, con la publicación de fotos, cuentos y reportajes.
--
Carlos Roberto Morán
blog: http://lacomunidad.elpais.com/cmoran24/posts

