viernes, 19 de abril de 2013

En la Ciudad de Santa Fe (Argentina) GUSTAVO VITTORI PRESENTÓ SU LIBRO “BAJO EL CIELO DE ITALIA ” La italianidad que nos habita"


Ante una nutrida concurrencia que colmó las instalaciones de la Bolsa de Comercio fue presentado el nuevo libro. En un ambiente exquisito, se hizo presente el intelecto, acompañado por el buen gusto.


















Gustavo Menéndez, Albor Cantard,
Gustavo Vittori y Enrique Butti 
durante la presentación del libro. 
Foto: LUIS CETRARO

De la redacción de El Litoral
cultura@ellitoral.com


“Bajo el cielo de Italia” es el título del libro que presentó anoche el periodista y miembro del Consejo de Dirección de El Litoral, Gustavo José Vittori. El evento sucedió en las instalaciones de la Bolsa de Comercio -entidad de la que es vicepresidente- y contó con la presencia de un numeroso público conformado por afectos del autor, directivos de LT 10 y diario El Litoral, y funcionarios entre los que se contaron el actual intendente José Corral, el ex gobernador Hermes Binner y su esposa, y la ex vicegobernadora Griselda Tessio además de una numerosísima cantidad de público.

Inauguró la presentación Albor Cantard -rector de la Universidad Nacional del Litoral-, en compañía de Gustavo Menéndez -secretario de Extensión-, quien manifestó satisfacción por la realización del libro por parte de Ediciones UNL. “Quienes caminaron por Roma, Venecia, Florencia... saben que, como dice Vittori, ‘se sienten cosas extrañas’, y él encuentra las palabras para describirlas”, puntualizó Cantard.


La mayor parte de estos textos fueron publicados en El Litoral como notas de viaje, entre 1996 y 2004, y la publicación incluye una inédita y extensa (101 páginas) parte final dedicada a Roma.


En la pantalla las imágenes de Italia comenzaron a transcurrir -las mismas que contiene el libro capturadas en su mayoría por el autor- para dar lugar a los protagónicos de la noche.


El escritor Enrique Butti, prologuista del libro, luego de considerar las reales y calamitosas diferencias entre turistas y viajero, señaló que “escuchamos con estupor y envidia al viajero que estuvo donde estuvo con una presencia capaz de absorber las palpitaciones de un lugar. Gustavo Vittori es uno de ellos y el libro es el testimonio de su lúcida y estudiosa curiosidad”.


Butti mencionó la capacidad del escritor de instalarse en el presente, su mirada humanista, su sensibilidad ante la belleza y su inclinación periodística, tanto en el estudio de los datos certeros como en la reflexión ante los datos inciertos.


“Las crónicas de viajes tienen la capacidad de encantar al lector, de guiarlo como un amistoso cicerone, como sobrevolando, cómodamente instalados en una alfombra mágica”.


Por su lado, el autor se dedicó primero a los agradecimientos, ya que consideró que en parte es una obra colectiva: empezó por la UNL, mencionó los tres años de trabajo y sus ayudantes: Marcelo Soler, el letrista; su mujer y compañera de viajes Claudia Veronese; su amiga Susana Squeff; Enrique Butti; y a Carlos Méndez y Roberto Schneider.

Paseos y nostalgias


El libro y el interés de Vittori por Italia empezaron a gestarse cuando trajinaba las páginas de “Santa Fe en Clave”, en esa constante aparición de la cultura clásica y la civilización romana en los propios patrimonios. Italia es el país al que está vinculado por ascendencias familiares y culturales.


Tenía “una venda en los ojos”, un prejuicio, que se desvaneció cuando la italianidad comenzó a emerger y ese reencuentro lo llevó una y otra vez al país.

“Necesitaba entender y discernir, al menos en forma básica, la diversidad y complejidad de un paisaje, urbano y rural, al que una síntesis milenaria teñía con apariencias de homogeneidad”, escribe.


La presentación de sus miradas expuestas en el papel trasladan al autor a imágenes, historias, recuerdos y nostalgias: en Italia aparece, junto a Borges, Susana Bachini, quien fuera integrante del Consejo de Dirección de El Litoral, ya fallecida, a quien le dedica el capítulo. El viaje lo detiene en otro afecto que dejó de estar: Antonio Félix Francia (Antuco), quien lo empujó para que se anime a la compleja y laberíntica Roma. Y las crónicas, los viajes traen a Silvia Vittori -amiga, compañera, integrante del Consejo de Dirección- que “hacía fácil los viajes, siempre con su sonrisa”
.

En la pantalla y a modo de agasajo al escritor, apareció, casi en directo, bajo el cielo de Italia, Virginia Tola, que envió su saludo, y en su voz vibró “O mio Babbino Caro” de Puccini.

La interioridad



Dice el autor: “Este libro es un registro cargado de subjetividad, en el que el objeto de cada comentario está vinculado con una motivación personal. De modo que la porción, segmento, enfoque o recorte de una realidad -el fragmento elegido- que se procesa en los textos ofrecidos y en las imágenes que los complementan, expresan, a su vez, fragmentos de mi propia interioridad”.



Formas



“Bajo el cielo de Italia” arranca con el prólogo de Enrique Butti; “Fragmentos para compartir” del autor; le sigue “Novena” el texto y la tipografía creados por Marcelo Soler -también a cargo del diseño-, una letra construida en oportunidad de las nueve décadas de El Litoral; y antes del transitar bajo ese trozo de cielo prometido, el autor agradece a los que colaboraron en el nacimiento del libro.


El primer capítulo: “Flor de ciudad” dedicado a Florencia, “con ese exquisito toque de distinción que no se puede comprar”. Sigue “Tres hombres en un convento”: son Cosme de Medici, Giovanni da Fiesole y Jerónimo Savonarola. “El ‘David’, esclavo de su belleza”, “apenas despuntando el siglo XVI y a sus jóvenes 26 años, Miguel Ángel Buonarroti le hizo frente al reto escultórico y, en tres años, lo resolvió a su favor y el de la cultura universal. Capítulo IV: “Cenizas de Dante, rescoldo de pasiones”, “exiliado de Florencia en 1302 por razones políticas, nunca más volvió a su tierra”. En “Vestigios de amor bajo las losas”, “los cuerpos donde vibraron yacen fundidos con el polvo de la tierra, pero una energía indefinible se irradia desde sus tumbas para atraer a muchedumbres que buscan sedientas las fuentes del amor...”. También hay “Aromas de vida”, los que cantan presencias; y “Días de vinos y lirios”, “una ruta atraviesa el corazón de Chianti, la primera zona del mundo que obtuvo para su vino denominación de origen”. Venecia aparece en “Una fantasía colectiva”, “se despliega sobre un conjunto de islotes que asoman, próximos a la costa italiana, sobre aguas del mar Adriático”. “El laberinto de Borges”, Venecia 21 de abril de 1999... “el escritor aguardaba en uno de sus laberintos preferidos: la biblioteca mayor de la ciudad ‘de cristal y crepúsculo’, aquella que espeja en el agua salina su agonía sin tiempo”; “Caras de piedra” en Verona; “Milán, a vuelo de pájaro”, ciudad “grande, dura, orgullosa y monumental”; y allí le siguen “La casa de los hombres grandes” y “Un joyero que hace enmudecer al oro”.


En “Dos ciudades”, el autor traza paralelos entre Turín y Santa Fe. El capítulo XV: “Artesanos de la muerte” nace en el cementerio de la iglesia de Santa María de la Concepción de los Padres Capuchinos, ubicada en el número 27 de la romanísima Via Vittorio Veneto. Luego “Bomarzo”; y “En la casina, un mundo”, en el “complejo monumental de extensos jardines y grandes edificios del Vaticano”; y “Roma, matriz de Occidente”, “la ciudad tres veces milenaria se ha hecho y rehecho con los mismos materiales a través de los siglos”.








La música



La arpista Marcela Méndez y la cellista Gabriela Peirano brindaron un pequeño concierto integrado por las siguientes obras: “Quando m’en vo” de “Boheme” de Puccini; “Solo” de la “Lucia de Lamermoor” de G. Donizetti (ambas para arpa solo); “Andante de Fioroni”; “Sonata Nº 4” de Antonio Vivaldi para cello y arpa; “El Cisne” de Saint Saenz para cello y arpa; “El cisne negro” de Villa Lobos para cello y arpa; “Romance” de Claude Debussy para cello y arpa; “Après un rêve” de Gabriel Fauré para cello y arpa; “Spiegel um Spiegel” de Arvo Part, entre otros de similar jerarquía.






















Gabriela Peirano y Marcela Méndez,
protagonistas de un bello concierto. 
Foto: LUIS CETRARO



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