Como a tantas generaciones, se nos cayeron
las palabras de las manos y quedaron irremediablemente maculadas.
Ya no hubo forma de recomponer el héroe
quebrado en fragmentos, de repintar la deslucida felicidad, de recuperar la
honestidad así sin sentirse un tonto, esa palabra honestidad que rodó debajo de
una pila de papeles sucios y cáscaras de naranja.
No hemos tenido desde entonces más que
recuerdos de bellos conceptos que fueron hecho y vida en el pasado, pero son
hoy, para nosotros, nostalgia y recuerdo. Nada es lo que fue, las frutas se nos
pudren en los árboles.
Cuántas veces he leído “somos enanos en
hombros de gigantes”, gigantes los antepasados, gigantes aquellos hombres y
mujeres de proporciones épicas, gloriosos en un ayer iluminado como un cielo
que tiene la llama viva del atardecer glorioso y a la vez es ocaso de tiernos,
intimistas dorados.
Cuántas veces, al través de los libros y
las épocas, hemos escrito la decepción de ver a una juventud sumida en la
desintegración y la desidia, mientras que nos enorgullecemos de las indudables
virtudes de nuestros abuelos. Nuestros abuelos trabajaron de sol a sol, se
esforzaron, sacaron adelante a sus hijos, construyeron y sembraron, no como
estos jóvenes que tienen todo servido pero son débiles, inconstantes,
desagradecidos.
Pero quien añora un pasado feliz e
impoluto añora lo que visto de lejos, engaña. El río Paraná en un día de sol y
desde el puente, es celeste, brillante, reluciente de reflejos cristalinos.
Espeja el cielo. Desde la orilla, sin embargo, es marrón como todo río que
transita pesado y meandroso por la llanura. Y el río es siempre el mismo río,
pero no obtenemos la misma impresión desde distintos observatorios.
Así, no vemos en nuestros días más que la
corrupción y el desorden, mientras que suponemos que hubo un pasado, alguna
vez, en el que las cosas eran justas y razonables. El río espeja el cielo,
hacemos que el reflejo de ese pasado nos muestre lo que deseamos, lo que
necesitamos ver.
Recuerdo un extenso panegírico de la
primera mitad del siglo veinte, de la vida simple, los fuertes valores, la
seguridad de los niños jugando en la calle, de la luz en los hogares que no
expulsaban a sus viejos ni se desintegraban en divorcios, la comida saludable en
cocinas llenas de frascos de vidrio, los juguetes de trapo, la blanca mesa
enharinada para amasar, los patios con malvones, la solidez de las maderas
macizas en los muebles hechos para durar varias generaciones. En fin, que uno
acuerda y se solaza en una visión de la vida como fue y como debería ser. Por
debajo, sin embargo, de tanta maravilla, por debajo del reflejo del cielo, del
celeste prestado por el cielo, esto es, por la pátina que pone la evocación
sobre los hechos concretos, podríamos referirnos a esa primera mitad del siglo
con dos guerras mundiales, hornos crematorios, las mujeres sometidas, los
pobres analfabetos, los judíos y negros denigrados, despreciados los
inmigrantes, miles de niños trabajando en los campos y las fábricas,
comunidades aborígenes pereciendo, padres de familia tiranos y violentos con su
esposa y su prole. Todo estuvo allí, también, junto a las navidades con cintas
y las alegres comparsas.
El pasado fue, el presente es, el futuro
será, y la gente sigue cometiendo abominaciones y actos de una majestad
redentora. Siempre estamos al final de los tiempos, siempre estamos en la
disolución de la sociedad, en el trastocamiento generalizado de las costumbres.
Porque el mundo muta y se recompone como las fantásticas composiciones
aleatorias de los caleidoscopios, y nosotros, subidos al filo del hoy, queremos
que la máquina deje de girar, que la escena se fije en un único instante que
corresponde a la brevedad de nuestras pobres vidas.
Y somos tan héroes, tan cobardes, tan traidores,
tan generosos y tan humanos como siempre, enanos sobre enanos o gigantes sobre
gigantes, qué más da, depende de quién mire y desde cuál atalaya.
Mónica Russomanno
e-m:
russomannomonica@hotmail.com
La autora:
Mónica Graciela Russomanno nació en Santa Fe, en 1966 y es profesora en Artes Visuales.
Fue publicada en los diarios “Hoy en la Noticia”, “El Litoral”, “La Nación” de Argentina, “Ideas” de Cuba, “Xicòatl” de Austria y “Etcétera” de Zaragoza
Editada virtualmente en las publicaciones “Inventiva Social”, “Unión digital”, “La máquina de escribir”, “Página 1”( de Israel); escribe ensayos en “El Arca del Sur”.
Ha guionado los videos “El gueto de Varsovia”, el realizado por los 90 años de la radio “LT9”, así como “Relatos de Euskadi” y “El Arca del Sur”.
Fue premiada en el concurso por los 70 años de la UNL, “Nitecuento” de Editorial Mizares, el certamen de la Editorial “Nuevo Ser”, y el organizado por “Historias para el café”.
Editada en la Antología “En bandada”, participa como autora invitada en encuentros con estudiantes, y es jurado del concurso anual de cuentos juveniles de la organización “El Puente”.
En el año 2009 la Asociación Trabajadores del Estado le editó un libro de cuentos, “Historias versas y perversas” dentro de la colección Bienes Culturales.
Mónica Graciela Russomanno nació en Santa Fe, en 1966 y es profesora en Artes Visuales.
Fue publicada en los diarios “Hoy en la Noticia”, “El Litoral”, “La Nación” de Argentina, “Ideas” de Cuba, “Xicòatl” de Austria y “Etcétera” de Zaragoza
Editada virtualmente en las publicaciones “Inventiva Social”, “Unión digital”, “La máquina de escribir”, “Página 1”( de Israel); escribe ensayos en “El Arca del Sur”.
Ha guionado los videos “El gueto de Varsovia”, el realizado por los 90 años de la radio “LT9”, así como “Relatos de Euskadi” y “El Arca del Sur”.
Fue premiada en el concurso por los 70 años de la UNL, “Nitecuento” de Editorial Mizares, el certamen de la Editorial “Nuevo Ser”, y el organizado por “Historias para el café”.
Editada en la Antología “En bandada”, participa como autora invitada en encuentros con estudiantes, y es jurado del concurso anual de cuentos juveniles de la organización “El Puente”.
En el año 2009 la Asociación Trabajadores del Estado le editó un libro de cuentos, “Historias versas y perversas” dentro de la colección Bienes Culturales.
Fue/es
publicada en los Blogs:
"SANTA FE, MI
PAIS" , 'PAGINA 1 - JOSE PIVIN' Y 'EL GALLO EN ALPARGATAS',
NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG,
El texto que aquí publico lo recibí hoy directamente de la autora.
Felicito a Mónica por el mismo.
El tema no es fácil. La realidad que nos rodea trampoco.
Mónica es una de las voces sobresalientes en la literatura santafesina actual.
Así lo definió una colega suya. Y sin ofender ni desmerecer a nadie, creo que tiene razón.
Me honra su amistad y me hace feliz leer sus ensayos,
aún cuando los mismos son más serios que otros.
Mónica es al mismo tiempo una poeta, una escritora,
una cámara fotografica y un grabador de la realidad.
Esa realidad que cada vez es más dura y difícil de
sobrellevar, en un mundo que traiciona lo bueno de la
vida de trabajo, de la vida familiar como antes, un
aún cuando los mismos son más serios que otros.
Mónica es al mismo tiempo una poeta, una escritora,
una cámara fotografica y un grabador de la realidad.
Esa realidad que cada vez es más dura y difícil de
sobrellevar, en un mundo que traiciona lo bueno de la
vida de trabajo, de la vida familiar como antes, un
mundo cada vez más corrupto y traicionero.
Lic. Jose Pivín
frente al puerto de Haifa
frente al mar Mediterráneo
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