El cantautor italiano Gian Franco Pagliaro fue inhumado hoy (miércoles 28) en el cementerio de la Chacarita, luego de un responso en la capilla central del que participaron su esposa, hijos, familiares y autoridades de SADAIC.
El cantante murió este martes a los 70 años como consecuencia de un paro cardíaco.
Composiciones como "Las cosas que me alejan de tí", "Amigos míos me enamoré", "Todos los barcos", "Yo te nombro", "Confesiones de un ex" y "Un ramito de violetas", entre otras, quedarán inmortalizadas en su recuerdo.
Pagliaro había nacido en Nápoles (Italia) el 26 de julio de 1941 y luego de comenzar como cantante en su ciudad natal, en 1956 y con sólo 15 años llegó a la Argentina e inició su carrera artística.
Con voz de barítono, se lo consideró un argentino con corazón italiano. En 1967 grabó su primer éxito "Chau amor chau", para luego sucederle otros clásicos de su repertorio de la talla de "No te vayas entonces", "El extranjero", "Este amor desordenado" y "La balada del boludo" que se hizo conocer en la década del ´90.
Fue en 1970 con su canción "Las cosas que me alejan de tí" que obtuvo el IV Festival Buenos Aires de la Canción y un año después estrenó en el mismo evento su tema "Yo te nombro libertad", en plena época dictatorial, que fue descalificada y se convirtió en un emblema de la época.
A lo largo de su carrera, Gian Franco, considerado como el "poeta a contramano", musicalizó poemas de José Martí, Neruda y Guillén, además de escribir su propia poesía que se combinaba entre el desamor, el amor y la realidad social de cada época.
Sus más recientes álbumes "Antología italiana" (2003), "Cantautores queridos” (2005) y “La voz de los poetas” (2007), son la muestra cabal de un artista que siempre actuó guiado por sus estados de ánimo con absoluta libertad de elección y acción.
Admiró a colegas de la talla de Silvio Rodríguez, Joan Manuel Serrat, Alberto Cortez, Leonardo Favio, Víctor Heredia y los recordados Sandro, Violeta Parra, Víctor Jara y Facundo Cabral.
Junto a sus canciones, su imagen quedará reflejada para siempre en el filme "Soñar soñar" que contó con la dirección de Leonardo Favio y donde compartió escena con el inolvidable Carlos Monzón.
"No me siento ni clásico, ni romántico, sólo soy un cantautor que le pelea todos los días a la vida, que le canta al amor, pero que también se hace cargo de las injusticias y las canta", manifestó Pagliaro en una de sus últimas entrevistas.
fuente: http://www.gacetamercantil.com.ar/notas/14478/falleci%C3%B3-argentina-cantante-gian-franco-pagliaro.html
Carlo Pagliaro, alias Gian Franco Pagliaro, hijo de Francisco y Anna, nace en Nápoles un 23 de julio y lo bautizan el 26 de julio, 3 días después. Sigue siendo del signo de Leo.
A la edad de 6 años la familia se muda Bagnoli, a media hora de Nápoles, una localidad balnearia donde el pequeño Carlo inicia sus estudios primarios en una escuela de monjas.
Es el primero de 4 hijos, Antonio, Annamaría y Sonya son sus hermanos.
Carlo o Gian Franco manifiesta tempranamente sus inclinaciones artísticas. Le gusta mucho el dibujo y dibuja bastante bien. En el colegio es popular, los compañeros le piden dibujos que él entrega a cambio de lapiceras, cuadernos y bolitas. Tiene oído musical. En la familia hay un tío tenor y el canto, la música, es como la pasta y la pizza, cosa de todos los días.
Se cantan arias y canzonettas. Tosca, La Boheme, La Traviata, Cavallería Rusticana, I pagliacci, O sole mio, Torna a Surriento, los nombres de Puccini, Verdi, Mascagni son parte del aire familiar que respira Gian Franco.
Papá y Mamá tienen previsto para el pequeño Carlo un futuro de arquitectura. Lo ven dibujar asiduamente y relacionan esa habilidad con el diseño de palacios y castillos. Gian Franco con el tiempo potencia su inclinación hacia las artes. Le interesa el cine, la poesía, descubre el Renacimiento, la arquitectura de Nápoles, una ciudad rica en monumentos, iglesias, edificios de variados estilos arquitectónicos.
Sin embargo todo ese futuro y los planes previstos para alcanzarlo zarpan un día a bordo del Conte Grande, un trasatlántico mítico en la historia de la emigración, hacia otras tierras. Primer escala, Brasil, 2 años de residencia. Segundo escala, Buenos Aires. La estadía argentina que en un principio iba a durar el tiempo necesario para que papá Francisco encuentre su ”América”, se prolonga para siempre.
En la Argentina Gian Franco retoma los estudios. Lo hace en forma privada a la usanza de las antiguas y nobles familias. En efecto tiene un profesor particular, casi un preceptor. Va todos las mañanas a estudiar a la casa del “Professor Ginobili”, licenciado en lengua italiana, literatura latina, griega, en filosofía y en historia del arte. Además es pintor y periodista. Un humanista con todas las cartas en regla para transferir conocimiento a cualquiera que tuviese inquietud. Gian Franco las tiene. Es curioso, lee a Leopardi, Carducci, Manzoni, Pavese, indaga sobre los Etruscos y escribe poemas en italiano, sonetos, que le publica IL Giornale D’ Italia.
El profesor Ginobili lo lleva de la mano por los caminos de la filosofía, el arte y la literatura. Ese encuentro lo marca profundamente.
En una familia napolitana no es raro que cante toda la familia y bien. En Nápoles o en Buenos Aires o en Toronto, ese pasado de canzonettas está siempre presente. En casa la madre canta mientras plancha, mientras cocina el famoso ragú, el estofado más perfumado del mundo, según los napolitanos, canta el papá “Una furtiva lacrima”, cantan los hermanos y canta Gian Franco. El canto es para los napolitanos lo que la salsa y el bolero son para los cubanos. Gian Franco también canta entre amigos, en reuniones, en fiestas. Le dicen que tiene buena voz, tal vez un poco ronca, hasta que un día se anima a cantar en público acompañado por una orquesta. Recibe aplausos, apoyo, aliento. Fantasea con meterse en el canto.
Lo que fantasea se vuelve realidad. Un amigo le consigue un contrato en un piano bar, 1966. Otro amigo le consigue un contacto en la televisión y otro le presenta a un personaje de la radio muy influyente.
En 1967, el cantautor italiano Luigi Tenco se suicida durante el Festival de San Remo. Participaba con una canción “CIAO AMORE CIAO”. Le proponen a Pagliaro grabar la canción que el malogrado Luigi Tenco no había registrado en los estudios.
En pocas semanas CIAO AMORE CIAO, en la voz de Gian Franco y cantada en italiano, se coloca al tope del ranking.
Lo que viene después podría decirse que es historia sabida. Por las dudas vamos a puntualizar algunos hechos hasta 1976.
En 1968 graba sus primeros temas en castellano: “Otra vez en el mismo bar” y “Este amor”. El disco es muy bien recibido por la crítica y el público. Pagliaro promete. Su voz cautiva. Su acento itálico es “vendedor”.
En 1970 gana el IV Festival de la Canción de Buenos Aires, con “Las cosas que me alejan de ti”.
En 1971, en el mismo Festival, se presenta con otra canción de su autoría, “Yo te nombro”. El tema, que había pasado a la final con el máximo de los votos, es bochado a último momento. Pagliaro no acepta la decisión del jurado y arma un lío, mejor dicho un escándalo de proporciones enormes. Los medios de difusión no le toleran semejante actitud de enfrentamiento y le cuelgan la etiqueta de descontrolado, poco confiable, raro, subversivo, desagradecido y resentido. La Sociedad Argentina de Locutores amenaza con querellarlo por infamia y calumnias. La amenaza no se cumple, tan solo lo silencian en todas las radios.
“Comencé esta carrera con el pie derecho. Luego metí el pie izquierdo, la mano izquierda y la parte izquierda de mi corazón y las cosas ya no fueron las mismas para mí”, declara en una entrevista. Esa parte polémica, crítica y criticada, incorfomista, audaz, lo llevó a Pagliaro a convertirse en el porta estandarte de la canción de protesta en aquellos años de luchas y utopías y en uno de los primeros prohibidos por el gobierno militar y los medios de difusión.. Pensar en voz alta no era conveniente en ese entonces y Gian Franco, no sólo pensaba en voz alta, sino también hablaba y cantaba en voz alta.
En el mismo año, 1971, graba un disco sobre obras de Neruda musicalizadas por él mismo, ya lo había hecho con obras de Almafuerte, Rubén Darío, Bécquer, José Martí.
Para 1974 Gian Franco es un cantautor exitoso a pesar de la censura y un referente y protagonista de la música argentina de esos años que se debatía entre lo comercial y el compromiso.
TODOS LOS BARCOS, VENDRAS CON EL MAR, LAS COSAS QUE ME ALEJAN DE TI, YO TE NOMBRO LIBERTAD, AMIGOS MIOS ME ENAMORE, NO TE VAYAS ENTOCES, LA BALADA DEL BOLUDO son algunos de los temas que le han dado fama y respeto. Artistas como Iva Zannicchi, Nacha Guevara, Leonardo Favio, Sandro, Enrique Guzmán, Héctor Cabrera, Jairo, Wilkyns, Sergio Denis, Sanampay, Los de Siempre, Carlos Torres Vila, Miguel Ángel Robles, La Mona Jiménez, entre otros, han grabado sus canciones. En 1976 su amigo Leonardo Favio lo convence a filmar bajo sus ordenes y al lado de Carlos Monzón, “Soñar Soñar “, hoy por hoy convertida en una película de culto.
1976 fue también el año en que los militares tomaron el poder en la Argentina y nada, pero absolutamente nada, desde ese día, 24 de marzo, fue igual. Se alteraron todos los destinos. “Todos, quien más y quien menos, perdimos lo mejor de nosotros en ese entonces”, escribirá Pagliaro tiempo después.
EL DIARIO (Posadas 21-7-2003):
"Con personalidad arrolladora, ante una sala colmada con mucha gente adulta de alto poder adquisitivo, la actuación de Gian Franco Pagliaro confirmó la regla de que los años acumulan experiencia sabia y una voz que está intacta al paso de los años. Con la sola presencia, antes de que se escuchen los primeros acordes, se oyó un "buenas noches", emitido por su voz grave e inconfundible y la platea femenina comenzó una serie de suspiros y un idilio con el romanticismo. Recordó temas de su trayectoria, anécdotas que ha cosechado a lo largo de su carrera, se abocó a desgranar comentarios sobre la actualidad, sobre la mujer, el hombre y el tiempo. Fue tal el carisma que desplegó que quienes sólo habían asistido a los tragamonedas del Casino Club de Posadas, dejaban a un lado el juego, y se concentraban en el recital de Pagliaro..."
“Aún sigo vivo”
Por Oberdán Rocamora (Jorge Asís)
Clarín 19 – 6 – 1978, Buenos Aires
“Yo sé que tengo mucha fama de loco, pero creo que no lo soy tanto”, dice Gian Franco Pagliaro, el hombre de las situaciones límites, un artista que ya viajó varias veces desde el país del éxito al del silencio. Un tipo no fácil de manejar, casi incontrolable, contradictorio, polémico, que supo triunfar y supo “quemarse”, que supo cuestionarse y – por qué no – equivocarse. Una mezcla de agresividad y ternura, de permanencia y ocaso. Querido, valorado y rechazado, un tipo golpeado profundamente que sufrió pérdidas irreparables, que convivió ásperamente con la proximidad de la muerte, desde la vida. Un tipo accesible, a mano, al que uno puede encontrárselo en cualquier calle o café, conversando con amigos íntimos o con los desconocidos más elementales, sobre lo que sea, pero, sobre todo, de música.
Cantante, compositor, un “cantautor” que “metió varios golazos”, y un improvisado actor. En la actualidad, con 37 años, ya puede vérselo con lluviosas canas que blanquean su barba abundante, y ayudándose para caminar con un bastón, secuela del terrible accidente de Caracas. “Pero el bastón me queda bien, no lo niegues”.
Por supuesto que Carlo Pagliaro – su verdadero nombre- tenía que haber nacido cerca del mar, y fue en Nápoles, “en tiempo de guerra y mucho espacio de muerte en mi país hecho pedazos”. Un padre panadero, y sobre todo un gran vendedor, “capacitado para vender una luna, un horizonte, o porcelana de Capodimonte”. A los 14 años, junto a su familia, abandona Italia, y hasta los 16 vive en Río de Janeiro, “cerca del mar”, y en adelante en Buenos Aires, “cerca del río”. Aquí vendió alpargatas, gabanes, shorts, fue también pronunciadamente mantenido por el “viejo”. Le gustaba cantar, ya le decían que su timbre era convenientemente europeo, su castellano chueco muy seductor. Por entonces llevaba su cara desnuda, ni siquiera bigote y la música italiana estaba de súper onda. Rita Pavone, Luigi Tenco, Jimmy Fontana, Nico Fidenco y otros se repartían cómodamente el espacio de la radio, casi si se pasaba algún tema en castellano. Hasta que Luigi Tenco disparó sobre su sien aquel balazo célebre, y su descalificado y polémico “Ciao amore ciao” tardaba burocráticamente en llegar a la Argentina. Un locutor astuto y muy conocido, que tenía registrado un efectivo sello de morondanga, le propuso: “Tanito, te vas a Uruguay, te tomás un avión y yo te hago esperar en Ezeiza, te promocionamos como el heredero de Tenco, que viene de Italia, y matamos”. Pagliaro no aceptó el circo, ¿qué iban a decir los muchachos de Flores?, su barrio. No obstante el locutor lo bautizó Gian Franco, grabó el “Ciao amore ciao” en el sellito recursivo, y hasta que llegó la versión de Tenco se cansaron de venderlo. Y al joven napolitano, mientras tanto, comenzó a crecerle el éxito y la barba. 1967
Siguió algunos temas más con la “mano italiana”, y comenzó a componer en castellano. Otra vez en el mismo bar, Todos los barcos, todos los pájaros, Vendrás con el mar, las uvas y el sol, ya no graba en sellitos sino en las grandes y multinacionales disqueras. En 1970 gana el Festival Buenos Aires de la Canción, con Las cosas que me alejan de ti; en el 71 se presenta con Yo te nombro, no gana y arma un lío descomunal, con el que se incendia con medio mundo y recibe criticas lapidarias de todos los costados, comenzándole a crecer, ahora, la fama de rebelde, de loco talentoso, de irascible. Un peligro latente, un desorbitado fácilmente vencido por el encono, capacitado para decir o hacer cualquier cosa, equivocándose de cuerpo entero y ganándose una imagen que, desde entonces, es su mayor enemiga.
Después, hasta 1973 – cuando anuncia que, en adelante, cantará sólo temas de amor, promesa que cumple a medias -- Pagliaro se suma puntualmente a una ola también polémica: la de la protesta, convirtiéndose en protagonista. Honestamente, anárquicamente, sin pertenecer a ningún sector político, cultiva esa suerte de cancionística social. Canta para un público que no lo toma, en el fondo, en serio; critica desde el escenario a ese mismo público rozando a veces el territorio de la burla, por ejemplo con algunos temas desopilantes. Como el cáustico “Guillermina Martínez Arana”,sátira al infantilismo de la izquierda : “ Guillermina Martínez Arana/la más chica de tres hermanas/antioligarquica y libertaria/intransigente y lapidaria/habla peste de la burguesía/en cualquier bar confitería...”y sobre todo una tarantela “Confesiones de un cantante de protesta”, especie de balance personal y sincero de esa etapa: “Un buen día, día de fiesta / en un acto de protesta / mandé a todos a la mierda / a los pobres y a la izquierda /...Cantar para los obreros /de un taller de Matadero / cantar para los huelguistas / de un taller de Bella Vista / como si eso fuera poco / un día canté para los locos / los cuales muy educados / me silbaron por tarado...”
Más tarde vendió como 200.000 placas de un tema entrador y antimachista, “Amigos míos me enamoré”, y después se cayó. Más tarde fue protagonista de una película, junto a Monzón, “Soñar, Soñar”, dirigida por Leonardo Favio, y después volvió a caerse. Mas tarde estuvo 17 semanas primero en la lista de Hit Parade, en Venezuela y Centro América, y lo tiraron, pero esta vez por culpa de un automóvil enloquecido.
-Sí, mi vida fue, lamentablemente, un sube y baja.
--¿Y ahora?
Pagliaro sonríe. Apoya su mentón en el bastón.
-Ahora tengo que internarme de nuevo, otra operación, tienen que sacarme la placa de la pierna. Y sigo componiendo, saqué el long play “La vida consciente”, luego voy a sacar el de los cantautores, con temas de los otros. Y pago viejas deudas, no me quejo. Como decía Raúl González Tuñon: sigo vivo
Oberdán Rocamora
RAFAELA (Argentina 12-05-2003):
"Lo de Gian Franco Pagliaro, el sábado por la noche en la sala del Teatro Belgrano que desbordó de público, durante dos hora, fue extraordinario: se paseó por el escenario ofreciendo cantos, poemas, charlas con el público, cuentos, y hasta algunos comentarios con una profundidad de filósofo, que fueron rubricados - toda la noche - con aplausos que enrojecieron muchas palmas. Con decir que los últimos diez minutos, en que amagó despedirse varias veces, el público se mantuvo de pie a puro aplauso ante cada nueva intervención de Pagliaro, con lo cual prolongó su actuación más de la cuenta..."
Roberto J. Actis
EL COLOMBIANO (Medellín - 4-10-1999):
"No siempre sucede. Pero sucedió la noche del viernes. Un artista que , en rigor, hipnotizó al publico, por su forma de cantar, tan particular, la voz de tesitura baja y honda, su modo de decir cada canción. Es decir, eso que llaman el estilo. Una mezcla de cigarrillo y sales marinas, con poesía. Es el italo-argentino Gian Franco Pagliaro. El abarrotado Teatro de la Universidad de Medellín escuchó, durante dos horas, perplejos algunos, muchos cautivados, al cantor, que, en el escenario, realizó un recorrido por su historia artística, que también, en buena parte, es una muestra de las ultimas décadas latinoamericanas..."
Reinaldo Spitaletta
EL MUNDO (Medellín 1-10-1999):
"Un cantautor es un homínido que usa la palabra para llamar por su nombre a su propio destino y al destino de todos. Un cantautor es un artista que puede pasarse 40 años o más tratando de ser fiel a sí mismo. Un cantautor es un ciudadano en el que todo lo que acontece se refleja. Un cantautor es el romántico que sigue escarbando la tierra que otros han abandonado. 33 años de cantautor lleva Gian Franco Pagliaro, cantando por estas tierras, por este continente donde se le escuchó con entusiasmo en épocas de entusiasmo y se le escucha ahora con nostalgia en épocas de nostalgia..."
"El hombre parece extraído de una película de Liliana Cavani o de Luchino Visconti. O de Rossellini, y quizás de Polanski, al que le han fascinado esos seres extraños, sombríos, que se cuelan en los pisos altos de los inquilinatos del mundo para hilvanar un acto nefasto, de repente un suicidio: alto, de sobre todo negro y botas puntadas del mismo color; gafas oscuras y manos grandes y pesadas entre los bolsillos.
No obstante, su voz de gramófono inunda todo el cuarto, y su palabra hace eco en los corazones ateridos de soledad y olvido. Napolitano de nacimiento y porteño por adopción, Gian Franco Pagliaro es otro de esos juglares que han parido el mundo para redimirle la melancolía a los débiles, melancólicos y cobardes. Otro ciudadano del mundo de los que pintaba Vicente Huidobro en sus soberbios retratos literarios de pasajeros de mil estaciones. ¿Quién es Pagliaro? ¿Un poeta, un soñador, un contestatario, una voz y un sentimiento, un redentor del amor y de la esperanza...o simplemente un personaje?... "
Ricardo Rondón
NOTICIAS CROSSOVER (Bogotá 9-1999):
"El acento político que los cantautores de entonces ponían en sus obras, hizo que a Pagliaro, se le tuviera como un cantante de protesta. Sin embargo, eso no es del todo exacto, porque si bien Pagliaro denunciaba y no se mostraba de acuerdo con la injusticia y la explotación, su principal temática giraba alrededor de las relaciones de pareja y la libertad individual. Este italo-argentino fue uno de los primeros autores de canciones románticas en el mercado pop latinoamericano que habló del amor sin idealizarlo y le dio cabida a temas como la monotonía, la rutina, el deterioro de los sentimientos y otras realidades a las que se enfrentan los amantes..."
ÁMBITO FINANCIERO (Buenos Aires 26-1-1994):
"... CARUSO, VOLARE, CIAO CIAO BAMBINA, HO CAPITO CHE TI AMO, en italiano ; la protesta con LAS COSAS QUE ME ALEJAN DE TI, YO TE NOMBRO LIBERTAD, HASTA SIEMPRE COMANDANTE, y la canción de amor directa con TODOS LOS BARCOS, VENDRÁS CON EL MAR, AMIGOS MÍOS ME ENAMORÉ, UN RAMITO DE VIOLETAS, EL EXTRANJERO, y la irreverencia con la bellísima LA BALADA DEL BOLUDO y el clásico de Brel traducido por él , NO ME ABANDONES. Todo junto, en las mismas dos horas de su show sin resultar desordenado, ni falso, ni oportunista. Y en medio de las canciones, Pagliaro desgrana historias personales que suenan a verdaderas, hace bromas con el machismo, se burla de la izquierda, de la derecha, de todo y de él mismo...habla en español, en italiano..."
Ricardo Saltón
LA RAZÓN (Buenos Aires 18-1-1994):
"Pagliaro juega el juego que más le gusta, el de sentirse personaje, a veces seductor, otras derrotado, siempre riéndose de sí mismo. Y el humor es su mejor arma, cuando despliega la artillería de ironías contra su propia persona."
Diana Rodríguez
PAGINA 12 (Buenos Aires 17-1-1994):
"En el ambiente musical tiene, desde hace lustros, fama de trasgresor. Quizá sea por su costumbre empecinada de no parecerse demasiado a nadie en especial, de no seguir modas en particular, o de ser sincero en lugares en que eso es un defecto..."
Diego Fisherman
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