lunes, 19 de abril de 2010

Emotiva ceremonia en Yad Vashem de Jerusalén: Seis antorchas por seis millones de asesinados


Cada año son encendidas en Yad Vashem seis antorchas en conmemoración de los seis millones de judíos asesinados en el Holocausto. Las historias de las personas designadas para encender las antorchas reflejan el tema central que Yad Vashem escoge para señalar el Día del Recuerdo del Holocausto y el Heroísmo.
La ceremonia contó con la asistencia de autoridades oficiales, sobrevivientes y sus familiares e invitados de Israel y del exterior.
Las antorchas son encendidas durante la ceremonia central del Día del Recuerdo del Holocausto y el Heroísmo, que se lleva a cabo en Yad Vashem en la víspera de la efeméride. Las personas que encendieron las antorchas el domingo último fueron: Eliezer Ayalón, Jana Gofrit, Sara Israeli, Leo Luster, Iaacov Zim y Baruj Shub .


Baruj Shub nació en Vilna, Lituania, en 1924, siendo el segundo hijo de una familia jasídica de seis miembros. En 1939 los soviéticos ocuparon Vilna y en 1940 la anexaron e impusieron el régimen comunista. Las universidades abrieron sus puertas a los judíos y Baruj comenzó a estudiar ingeniería mecánica en la Escuela Técnica Superior. En junio de 1941 los alemanes invadieron la Unión Soviética y conquistaron Vilna. Casi de inmediato comenzó el asesinato de los judíos en Ponar. Baruj fue puesto a trabajar en un taller alemán en el cual se reparaban vehículos militares.

En septiembre se estableció un gueto, desde el cual continuaron las expulsiones a Ponar. Baruj y su hermana mayor Tzipora se escondieron en un camión y llegaron al pueblo de Radycsius, en el cual consiguió trabajo en un taller mecánico militar alemán.


El 11 de marzo de 1942 los judíos recibieron la orden de presentarse en la plaza del pueblo. Baruj se escondió en el taller desde donde vio una larga columna de personas y familias con niños, cargando atados de ropas y otros objetos, que se adelantaba lentamente en dirección a un granero que era posible distinguir a la distancia. Del granero se oían disparos de armas. Al atardecer fue incendiado y un humo espeso y hedor de carne calcinada llenaron el ambiente. Ese día fueron asesinados 840 judíos, entre ellos Tzipora, la hermana de Baruj.



Los alemanes establecieron un gueto en el poblado y Baruj continuó en el mismo trabajo que tenía. En la primavera los jóvenes se organizaron en un movimiento clandestino, reunieron dinero con el que compraron armas, y se propusieron dirigirse al bosque y unirse a los partisanos. Baruj estaba entre los iniciadores. La actividad se interrumpió por la presión ejercida por las familias del gueto; los alemanes amenazaron con asesinarlas en caso de faltar alguna persona en el gueto.



Después de recibir señales de vida de su madre en Vilna, logró conseguir autorización para salir del gueto y regresar a esa ciudad. Allí trabajó en establecimientos que producían para los alemanes. Paralelamente se combinó con su amigo Iaacov (“Kuba”) Kushkin para adquirir pistolas. Después de hacerlo se unió a la FPO, la Organización de Partisanos Unidos. En setiembre de 1943 los alemanes organizaron operativos de deportación y asesinato (“Aktionen”).



Después de un encuentro armado entre los alemanes y el movimiento clandestino, Baruj y un grupo de camaradas decidieron salir al bosque de Rodniki para continuar la lucha. Dos semanas más tarde el gueto de Vilna fue liquidado. En el bosque se plegó a una unidad de paracaidistas soviéticos y participó en acciones militares, por ejemplo el descarrilamiento de trenes, voladura de postes de teléfonos y telégrafos, puentes y ataques a unidades y posiciones alemanas.


En julio de 1944 el Ejercito Rojo liberó Vilna y Baruj regresó a la ciudad. Allí se enteró de que toda su familia había sido asesinada. Se incorporó al ejército soviético y combatió en el frente. Fue herido e ingresado a un hospital. Algunos meses después de ser desmovilizado decidió emigrar a la Tierra de Israel. Llegó en octubre de 1945 después de atravesar Hungría, Rumania e Italia en el barco de inmigrantes ilegales “Peter II”. Sirvió en la Haganá, fue alistado en la brigada Guivati y en la Guerra de Independencia incorporado a la fuerza aérea, donde trabajó como técnico de aviones.

Dos años después fue trasladado con el escuadrón de transporte a la compañía El Al. Estudió en un curso de ingenieros aeronáuticos y fue progresando en cargos de inspección, hasta llegar a ser director de ingenieros aeronáuticos, ingeniero jefe e instructor. Se retiró de El Al después de cumplir 33 años de servicio.

Baruj se ocupa desde hace muchos años de transmitir el recuerdo del Holocausto y el heroísmo. Es presidente de la Organización de Partisanos, Luchadores Clandestinos y Combatientes de los Guetos en Israel. Es miembro del directorio de Yad Vashem, el directorio de la Comisión de Reclamos y diserta con frecuencia y sobre temas de antisemitismo y negación del Holocausto.

Acerca de los otros sobrevivientes que fueron honrados por Yad Vashem es posible leer en el sitio de la institución en idioma español: http://www1.yadvashem.org/es/about/2010torchlighters.asp

El eslabón entre el dolor y la esperanza
El comunicado oficial de Yad Vashem en el Día de Recordación afirma que “La voz de los sobrevivientes es el eslabón que vincula entre la historia dolorosa y atormentada del pueblo de Israel en la época del Holocausto y el futuro, la esperanza y la renovación.
Su voz tiene un rol importante en la formación de la conciencia judía y humana de las generaciones venideras del Estado de Israel y del pueblo judío, como se expresa en el mensaje de los supervivientes del año 2002: “[...] Hoy, al venir nosotros - sobrevivientes del Holocausto [...] -, a entregar la antorcha de la recordación a las generaciones venideras, también transmitimos con ella el mensaje judío que esa recordación debe conducir a actos y compromisos morales. Debe ser la base de la acción y la fuente de la fuerza para construir un mundo mejor. [...]
Nosotros, los supervivientes que marchamos por el valle de lágrimas y vimos como nuestras familias, nuestras comunidades, y nuestro pueblo eran exterminados, no caímos en el abismo de la desesperación y no perdimos la fe en el hombre y en la imagen de Dios. Queremos arrancar del horror grabado en nuestra carne un mensaje positivo para nuestro pueblo y para el mundo un mensaje de compromiso a los valores del hombre y la humanidad.


El Holocausto pertenece a la herencia universal de todas las personas civilizadas, y es lo que determinó la vara de medida del mal absoluto. La lección del Holocausto debe convertirse en un código cultural de educación en valores humanos, democracia, derechos humanos, tolerancia y moderación, y contra el racismo y las ideologías totalitarias. Ese es nuestro mensaje a la humanidad y nuestra herencia a las generaciones venideras”

FUENTE; semanario AURORA, TEL AVIV-ISRAEL



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