martes, 3 de abril de 2012

LAS MALVINAS: EL EX SOLDADO SILVIO KATZ CUENTA LOS VEJAMENES QUE SUFRIO POR PARTE DEL OFICIAL EDUARDO FLORES ARDOINO- JUDEOFOBO/ANTISEMITA

Imagen: Bernardino Avila

“Me hizo comer entre el propio excremento”


Después de pasar años callado, Katz acusó a Ardoino por torturas y discriminación: en su caso los abusos eran mayores por su condición de judío. “Fui víctima de una injusticia y quiero justicia, nada más”, dice.


Silvio Katz tenía 19 años y le faltaban quince días para que le dieran la baja del servicio militar que cumplía en el Regimiento de La Tablada cuando le comunicaron que se iba para el sur. Se suponía que iba a quedar en el continente, pero terminó en las Malvinas. Al Silvio Katz de 19 años lo mató Eduardo Flores Ardoino. No era un soldado inglés, era el oficial de su compañía. Y lo mató porque era judío.

“Volví de la guerra y nunca más fui a bailar, para ir al cine tardé meses, en reír tardé más. Para reírme con ganas, pasaron tres o cuatro años. Uno a veces crece de golpe, dicen que se queman etapas. A mí, me incendiaron etapas”, asegura el Silvio Katz, de 49.

Estuvo años callado, sin compartir con nadie lo que había vivido en la guerra. No se animaba. Y no creía que pedir explicaciones era algo que pudiera hacer, que buscar justicia no era una excentricidad sino su derecho. Hace tres años sumó su denuncia a la de otros ex colimbas que estuvieron en las islas. Acusó a Ardoino por torturas y discriminación, porque todos los maltratos que sufrieron sus compañeros fueron más y peores para él, porque era judío.

–Limpien el armamento y vos, judío de mierda, apurate –mandó Ardoino apenas llegados a Malvinas.

Katz abrió los ojos sorprendido. El oficial acababa de dar la orden, así que era imposible que estuviera rezagado. Poco después supo que ese tipo de maltrato verbal era una muestra muy mínima del odio del militar. “En ese momento no me di cuenta, pero si reviso para atrás, lo veo y hasta el peinado nazi tenía, se peinaba con la gomina para atrás, tenía ese porte de sacar pecho... Rápidamente –cuenta– pasé de ser un judío de mierda a ser un judío traidor, un judío cagón y un judío homosexual.”

El “lago de los lamentos” era un charco grande de agua casi congelada, con una capa de hielo arriba. Cuando Ardoino decidía que alguno de sus subordinados había cometido una falta, los obligaba a sumergir las manos entre diez y veinte minutos, hasta que se les atrofiaran los dedos. Katz, por judío, tenía que poner también la cabeza, que se le acalambraba.

Lo destinaron a la bahía de los Elefantes. Con sus compañeros, cavaban pozos donde intentaban dormir cuando no estaban inundados, buscaban quebrar la barrera del frío con varias camisas y los primeros días comían un pasable guiso. Pero pronto el alimento viró hacia una especie de sopa insípida con un par de arvejas.

“Un muchacho que ahora vive en Uruguay y yo fuimos una vez a buscar comida al pueblo –cuenta Katz–. Ardoino nos sacó lo que habíamos comprado para todos y nos estaqueó. Era como Túpac Amaru sin caballos. Ponen cuatro estacas en el suelo y te ponen con los brazos y las piernas estiradas a diez centímetros del suelo. Veinte grados bajo cero y vos con calzoncillos y una remera de manga corta. Y te dejan horas. A mi compañero, porque era ‘rebelde’, le puso una granada en la boca que si llegaba a escupirla volábamos los dos. Y a mí, por ser judío, me hizo orinar por mis compañeros.”

–¿Y los otros soldados se prendían?

–Algunos sí, una minoría. La gran mayoría me apoyaba. No al punto de salir a defenderme, porque era muy complicado, porque si me defendían los ponían a ellos en ese castigo. Siempre hablábamos de que, si se armaba el lío, el primer tiro era para él. Cuando yo volvía de un castigo llorando o mal, me decían “Quedate tranquilo que esta bala se llama Eduardo Flores Ardoino”. Pero en el momento no se podía hacer nada, era imposible reaccionar. Los militares de mayor rango estaban en el pueblo, no les importaba y en todo caso si te quejabas decían: “De qué se queja, cagón, sea hombre”. Ser torturado era supuestamente para ser hombre. Era imposible, no teníamos quién escuche.

Como no les daban de comer, un día cazaron un cordero. Ardoino se los sacó. Muchos protestaron. Los sometieron al castigo de la mano en el agua helada. Pero a Katz no, porque era judío: “Me llevó donde defecábamos, me tiró la comida, me apuntó con una pistola y me hizo comer entre el propio excremento. Ahora lo cuento como si nada, pero estuve 22 años viéndolo. Era una imagen que no se me iba de la cabeza”.

La risa, el pánico

Mientras duró la guerra, todos los días Katz tenía miedo de morir. Miedo de que Ardoino terminara de asesinarlo. “Al Silvio Katz de 19 años lo mató”, dice.

El 14 de junio de 1982 los militares argentinos se rindieron ante las fuerzas del Reino Unido. Ese día, Katz dejó de tener miedo. A su oficial, de todas formas, había dejado de verlo un par de días antes, cuando les tocó entrar en combate. “Cuando se supo que la isla estaba tomada por los ingleses y que había combates en todos lados, nos dimos vuelta y ya no estaba. Quedamos a la buena de algún suboficial que estaba ahí. Ibamos a los lugares donde los radiooperadores nos decían que había que cubrir, pero sin el oficial a cargo. Lo volví a ver en el pueblo, cuando entregamos las armas. El vino hacia nosotros, no sé cómo apareció, diciendo ‘mis soldados, los perdí, qué preocupado estaba’. Fue de Fellini. En ese momento me sentí aliviado porque había terminado todo y la vida de él me importaba muy poco ya que en el pueblo, delante de los demás, no me iba a poder castigar. Había terminado algo más que la guerra.”

Los ingleses los hicieron prisioneros, pero para Katz el gran enemigo de la guerra fue un oficial argentino.

–Nos meten en unos galpones de comida. Había cajas enormes llenas de comida, carne en lata, cigarrillos, whisky chiquito. La pasábamos comiendo, tomando, fumando. Nos mirábamos y nos reíamos. Ahí sí nos reíamos. Estuvimos desde el 14 hasta el 17. No sabíamos de qué nos reíamos.

–De lo absurdo, tal vez.

–Claro. Y se corría la bola de que nos iban a fusilar a todos. Vino uno y dijo: “Dicen que nos van a fusilar a todos”. Y sí, también decían que estábamos ganando. Incluso, morir con la panza llena después de dos meses de no comer no nos importaba. Creo que fue la primera vez en mucho tiempo que sentí alivio y lo disfruté. Dejamos de lado la tensión, el dolor, no nos importaba nada.

–¿Quién decía que estaban ganando? ¿Ustedes qué sabían sobre el desarrollo de la guerra?

–No nos llegaban las cartas de los familiares, pero nos llegaba la revista Gente. Y la revista Gente decía que estábamos ganando. Eran revistas de las que se regalan. Pero en la mayoría de los grupos había una radio chiquita. Las radios argentinas eran muy difíciles de sintonizar, pero podíamos escuchar radio Carhué y radio Colonia, que son uruguayas y que decían que nos estaban rompiendo el tuges. Algunos militares decían “dejen de escuchar esa estupidez, esta gente qué sabe, es la envidia porque el pueblo argentino entró en combate”. Y los soldados estaban cagados mal. Hay gente que dice que no sintió miedo. Yo sentí pánico.

En el barrio

Silvio creció en un hogar no practicante. Celebraban las fiestas y hacían una que otra visita al templo. Su padre murió cuando él tenía nueve años y desde ese momento la religión fue volviéndose cada vez más ajena. Su madre quedó a cargo de tres varones y su principal preocupación era llevar el pan a la mesa. Trabajaba hasta catorce horas por día como cajera de un negocio de lencería, en Once. El estudio no era el fuerte de Silvio, que fue cadete, encargado de un depósito, empleado de un maxikiosco y que hoy trabaja en la cocina de un colegio.

Silvio Katz vive en Boedo, en un piso modesto, con su mujer y sus dos hijos, de siete y diez años. En la mesa redonda del comedor hay unas tacitas de porcelana con la silueta de las islas pintadas en negro, que su señora hace en un taller de arte del barrio. “Yo siempre viví en este barrio –cuenta– y no sé si hay algún otro judío porque no le pregunté la religión de nadie y no me la preguntaban a mí. O por ahí la sabían y cuando jugábamos a la pelota me decían ‘dale, rusito, pasala’, pero no era xenófobo o racista, era como yo le podía decir ‘tano’ a otro. Pero cuando atacaban a los judíos o hablaban mal de los judíos, yo me sentía muy judío. Y en Malvinas me pasó. Mientras más me atacaban, más judío me sentía.”

Colectivo 26. La guerra había terminado hacía tres o cuatro meses. Silvio volvía a su casa y vio por la ventanilla a Ardoino: campera verde, la misma postura, las manos en los bolsillos, el pelo engominado. Se paralizó y del miedo se hizo pis. “Sentí todo el miedo de vuelta, como si hubiera vuelto a la guerra”, confiesa. Solo dejó de sentirse martirizado cuando empezó a hablar: “Contarlo fue liberador. A muchos nos pasó que la familia decía ‘no lo hagan hablar, que le hace mal’. Y fue peor.”

Silvio volvió a las islas en 2001, a partir de un acontecimiento fortuito. Una marca de cigarrillos organizó un concurso cuyos premios eran viajes a distintos lugares, entre ellos, a las Malvinas. “Yo trabajaba en un maxikiosco y vendíamos cigarrillos sueltos, así que abríamos paquetes todos los días. El dueño raspó uno, salió Malvinas y me lo regaló. Fui con mi señora. Para mí, fue dejar una bolsa llena de piedras, fue poder levantar los hombros de nuevo, fue ver el lugar en paz, el campo, y no ver a alguien torturado, estaqueado. Fue el inicio de la búsqueda de estar bien, como estoy hoy. Mi señora volvió embarazada, mi primer hijo se gestó ahí. El viaje me liberó.”

Hoy, Katz está a la espera de que avance el expediente en el que denunció a su superior y a que se declaren delitos de lesa humanidad las torturas con las que los militares argentinos sometieron a los colimbas. Espera también algún gesto de las instituciones de la comunidad judía (“nos ignoraron todo este tiempo, pero ahora fuimos a pedir que nos reconozcan y el 11 de abril la DAIA nos va a hacer un homenaje”) y del Estado: “Nosotros estamos buscando el gran abrazo con la gente. Pero no quiero estar reivindicado en la misma fiesta con los militares. Me quejé toda la vida de que por culpa de que los primeros gobiernos nos mezclaron, hubo gente que pensaba que no-sotros teníamos que ver con la dictadura, con los desaparecidos”.

La vida nueva de Katz implicó terapia, tomar conciencia de que le habían hecho un gran daño y de que correspondía exigir justicia. “Hay veteranos que no quieren que la causa judicial siga, gente que cree que nos estamos victimizando. Estoy orgulloso de haber defendido a mi país, pero soy víctima de lo mismo de lo que estoy orgulloso. No quiero que el día de mañana venga mi hijo y me diga ‘por qué del que te torturó a vos nadie sabe, nadie se ocupa, qué hiciste vos por mantener tu dignidad’. No quiero ponerme en el lugar de andar llorando por los rincones, pero fui víctima de una injusticia y quiero justicia, nada más.” A treinta años de la guerra, Silvio Katz tiene 49 años y está vivo.


FUENTE: DIARIO 'Pagina12.com'
2 de Abril 2012



Nidia Orbea Álvarez de Fontanini: 1982-2012 – GESTA de las MALVINAS (02-04 AL 14-06-1982)


Poema RECUPERACIÓN y Naval Party 8901

Este poema impreso en Macagno con simbólicas franjas celestes y blanca en la parte superior, fue enviado a los Ministerios a los fines de la entrega a combatientes en las Malvinas y luego los británicos los encontraron en las mochilas de los soldados tras el cese del fuego el 14 de junio de 1982. Traducido al inglés integra el Parte Naval 8901 de aquella jornada. Ignoraba tal inserción hasta que nuestro hijo Eduardo estuvo leyendo ese parte en inglés y pude obtener una copia, porque luego fue retirado de la red. En 1987 presenté el Tríptico que incluye “Soldados de mi Pueblo” también miles enviados a Malvinas y “Todos nacidos para la libertad”, ya en el ocaso de aquellos combates, todos ilustrados por Ricardo CALANCHINI.

Más información en este documento.

LA MALVINAS SON ARGENTINAS

RECUPERACIÓN

Celajes majestuosos sobre la mar,

un raudo vuelo de gaviotas blancas

huyendo del estampido infernal.

Testigo eterno, la Cruz Austral.


Blanco y celeste pendón imponente,

bendices Tú, mi Dios, omnipotente;

hay silencio de muerte en derredor,

sangre de hermanos habitan el dolor.


Lucha del pueblo: fervor... lamentos.

Voces del Himno, Bandera en el balcón,

un canto fraterno: gloria y unción.


Apasionados versos de Pedroni

anclaron en tu puerto, SOLEDAD...

¡Vuelves a la Patria, hasta la eternidad!


Homenaje al Capitán de Corbeta de la

Infantería de Marina Pedro Edgardo Giacchino.

Santa Fe, 2 de abril de 1982.

Nidia A. G. Orbea de Fontanini.

Diálogo fraternal…

Sentí el impulso de escribir…

“…hay silencio de muerte en derredor,

sangre de hermanos habitan el dolor.”

En esos dos versos, íntimas vibraciones y contenida angustia por las protestas fueron reprimidas y produjeron muertes, heridos…

¡Creciente incertidumbre en las familias!

Últimos días de marzo de 1982 e improvisados carteles en las principales ciudades de la Argentina. En improvisados carteles, una señal.

“Todos unidos triunfaremos”.

“Convocatoria al Pueblo de la Patria / 30-3-82 / 17 hs.

“TODOS a PLAZA de MAYO” - “Paz, Pan y Trabajo”.

Ese lema fue destacado el 7 de agosto de 1981 cuando Saúl Edolver Ubaldini secretario general de la CGT Brasil encabezó la columna que llegó hasta la Parroquia de San Cayetano e intentaron detenerlos en la Cancha de Vélez Sarsfield. Semanas antes, el 22 de julio de 1981 se había realizado una huelga general y el ministro del Interior Gral. Albano Eduardo Harguindeguy expresó la oposición de quienes detentaban el poder porque atentaban contra la seguridad y en consecuencia Ubaldini y varios gremialistas soportaron procesos judiciales.

El 30 de marzo de 1982 mientras ya estaba en marcha el “Operativo Rosario” fue evidente la turbulencia en el seno de las organizaciones de los trabajadores argentinos porque se realizó el paro con movilización convocado por la CGT Brasil conducida por el cervecero Saúl E. Ubaldini.

En las calles cercanas a la Casa Rosada durante seis horas hubo un persistente enfrentamiento entre trabajadores y estudiantes reprimidos por policías. En el Puente Pueyrredón habían colocado carros de asalto. Las formaciones policiales alrededor del Puerto y de los Tribunales también reprimieron a los manifestantes.

También hubo movilizaciones y luchas cuerpo a cuerpo con las fuerzas de seguridad en Mendoza donde mataron a un sindicalista; en Rosario hubo aproximadamente dos mil trabajadores en el centro de la ciudad, también en Mar del Plata, en Neuquén y en San Miguel de Tucumán. En Córdoba vehículos militares recorrían las calles para evitar movilizaciones…

Diversos medios periodísticos informaron que aquel penúltimo día de marzo de 1982, una multitudinaria confluencia estaba en torno a Ubaldini, Ricardo Pérez, Víctor de Genaro, entre otros… en la intersección de las avenidas Belgrano y 9 de Julio en la ciudad de Buenos Aires con el propósito de expresar sus protestas en la Plaza de Mayo. Luego informaron que en ese lugar hubo aproximadamente 50.000 personas.

Desde Mendoza anunciaron otras concentraciones de trabajadores, el asesinato del sindicalista José Benedicto Ortiz -secretario general de AOMA, asociación obreros mineros argentinos-, en la esquina de Mitre y Patricias Mendocinas, como consecuencia de disparos de Gendarmes desde Pedro Molina.

No hubo datos oficiales, el periodismo ha indicado aproximadamente 4.000 detenidos en todo el país. Sabido es que en la mayoría de las movilizaciones cantan el Himno Nacional Argentino…

Al día siguiente, caminaba por calle Abelardo Irigoyen Freyre -ex calle Vera donde vivió y murió el perseverante Domingo Guzmán Silva más hacia el este-, y cuando llegué a calle San Jerónimo observé en el sindicato situado que habían colocado una bandera con un “negro crespón” sobre el balcón.

Pensaba en quienes lucharon para defender sus derechos humanos y en esas dos jornadas de fines de marzo de 1982 fueron los protagonistas cuyo valor intenté reconocer en estos tres versos:

“Lucha del pueblo: fervor... lamentos.

Voces del Himno, Bandera en el balcón,

un canto fraterno: gloria y unción.”

………………………………………………………

Naval Party 8901 (En internet – marzo 2005)

Cuando supimos del desembarco imaginé que había un acuerdo diplomático.

Breve diálogo al día siguiente con Ana Hilda Quinodoz de Villanueva en la esquina de San Jerónimo y Mendoza. Ella insistía: ¡Los van a matar!...

No imaginé un conflicto armado. Después, durante el breve tiempo libre impotencia al observar las imágenes transmitidas por televisión…

Lloramos tras el hundimiento del ARA General Belgrano, el 2 de mayo de 1982. En ese tiempo estaba Hugo Fernández -luego esposo de Marcela Orbea, padres de Jerónimo y Joaquín- y también Adofo Fito Schweighofer -presidente del Centro de Combatientes de Malvinas de esta capital santafesina ¡amigos a perpetuidad!...-, entre quienes socorrieron a los sobrevivientes del “Belgrano” y levantaron los cadáveres aprisionados en botes salvavidas desinflados…

Mi hermano Carlos (05-11-1937/13-11-2001), tiempo después nos conmovió con la noticia del fallecimiento del hijo de un amigo: Adolfo Mecca cuyo nombre distingue a una Plaza de San Javier, también a la plaza del barrio situado enfrente de la Granja “La Esmeralda”, noreste de la capital santafesina.

Conocí a su madre cuando se acercó a la presentación del Portal SEPA, momento de la entrega del último libró que logré editar sobre papel, titulado

“LAS MADRES DE LA PLAZA DEL SILENCIO”

ALGO MÁS SOBRE EL PARTE BRITÁNICO…

[Muchos soldados argentinos… después del conflicto… tenían un elogio escrito para Giachino…]

Most Argentine soldiers through out the conflict carried a eulogy written for Giachino. It reads thus.

The Malvinas Are Argentine

Many hued skies, majestic above the sea,
A rapid flight of white seagulls
Fleeing from the infernal thunder of guns,
Eternal witness, the Southern Cross,

Imposing white and blue standard,
May you bless it, may all-powerful God,
There is the silence of death round about us,
The blood of brothers lives in grief.

Struggle of people, fervour, lamentations,
Voices of the Anthem, flag on the balcony!
A song of the brotherhood, glory and unction.

Impassioned verses of Pedroni
Have anchored at your port, SOLEDAD...
Come home to the Fatherland, to eternity!

Nidia A-G. Orbea de Fontanini

Around about the time Lieutenant Commander Giachino was kicking in the door to his own mortality”…

http://www.sepaargentina.com.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=782:poema-recuperacion-y-naval-party-8901&catid=86:malvinas&Itemid=69

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HONOR a los HÉROES de la GESTA de las MALVINAS (1982)

GRATITUD a los SOLDADOS COMBATIENTES en el ATLÁNTICO SUR…

Nidia Orbea Álvarez de Fontanini.

Sábado 31 de marzo de 2012. Medianoche.



lunes, 2 de abril de 2012

GUERRA MALVINAS/FALKLAND: Antisemitismo en la Guerra del Atlántico Sur Malvinas, historias de nazis y rabinos



Por: Darío Brenman



De toda la escoria guardada bajo la alfombra tras la Guerra de las Malvinas, el antisemitismo sufrido por muchos jóvenes conscriptos judíos en la zona del conflicto es una de las más flagrantes. En particular, por la falta de respuestas de la comunidad y sus instituciones. Otro de los aspectos con escasa trascendencia de aquel conflicto, fue el viaje de un grupo de rabinos argentinos para dar contención moral religiosa, tanto a los soldados que estuvieron en el frente de guerra como a los movilizados.

En el libro “Los Rabinos de Malvinas”, el periodista y escritor Hernán Dobry rescata aspectos desconocidos hasta el momento sobre la guerra del Atlántico Sur, como son el antisemitismo que sufrieron los soldados judíos en ese conflicto y el viaje de un grupo de rabinos argentinos al sur del país.
La guerra de Malvinas fue unos de los conflictos bélicos más descarnados de la historia argentina. En primer lugar, porque fue una guerra peninsular alejada de los centros urbanos y de abastecimiento para ambos países. Y en segundo, debido al factor climático y la falta de preparación militar de los soldados argentinos. “La primera vez que tuve una granada en mano fue en medio de la guerra y no sabía ni cómo funcionaba, al igual que algunos oficiales que me acompañaban”, recuerda Marcelo Wolf, marino destinado a un apostadero naval.

Unos de los temas que aporta la investigación de Dobry es el antisemitismo en ese conflicto bélico: “Algunos oficiales y suboficiales usaban para atacar a los judíos la supuesta condición de extranjeros. Para ellos judíos y argentinos eran antónimos, y hasta términos incompatibles entre sí”, explica el autor. Las entrevistas realizadas en esta investigación dan cuenta de medidas que bien podrían ser comparadas en algunos aspectos al nazismo de los años '30.

Silvio Katz, conscripto del RIMec 3, tiempo después de terminada la guerra denunció por maltrato antisemita ante la Justicia al por entonces subteniente Eduardo Sergio Flores: “Flores Ardoino me castigó todos los días de mi vida en Malvinas por ser judío. Me congelaba las manos en el agua, me tiraba la comida dentro de la mierda y la tenía que buscar con la boca. Me trataba de puto, que todos los judíos éramos cagones, y miles de bajezas más. El tipo se regodeaba de lo que me hacía, era feliz viéndome sufrir”, comenta Katz.

Sin dudas, el otro tema fuerte del libro es el envío por primera y única vez en la historia del país de cuatro rabinos, con la intención de que lleguen al frente de conflicto para dar apoyo moral y religioso a los soldados judíos.

“Es en este tema donde se originaron los mayores debates dentro del Seminario Rabínico Latinoamericano, lugar donde se diseñó esta idea. Marshall Meyer planteó la posición de que apoyar la guerra era una ‘estupidez’, y que había que oponerse ya que sólo servía para que los militares intentaran relegitimarse en un momento en el que había comenzado su decadencia”. La oposición a esta idea estuvo liderada por el rabino Baruj Plavnik, quien sostuvo en una acalorada reunión: “Vos no entendés, porque sos estadounidense, pero para un argentino que cursó la primaria y la secundaria acá, las Malvinas son argentinas”.

Ante esta situación, Meyer lo desafió a que debía ir a las islas como capellán, para prestarles asistencia espiritual a los soldados judíos que estaban siendo movilizados para enfrentar una posible guerra. “En ese momento, comprendí que eso era lo que tenía que hacer: había chicos que estaban en una situación durísima, entre la vida y la muerte”, explicó Plavnik al autor de “Los Rabinos de Malvinas”.
La inquietud fue llevada a la DAIA para que gestione ante el Estado Mayor Conjunto la autorización al envío de rabinos a la zona de conflicto. Un hecho inédito en la historia del país.

La idea fue nombrar a religiosos vinculados a la ortodoxia y a los conservadores, para que ambos sectores de la comunidad se sintieran representados. Los que participaron de la iniciativa fueron cinco religiosos, cuyo perfil era acorde a otro de los objetivos del proyecto: que sean argentinos y jóvenes.

A medio camino


Baruj Plavnik partió el 12 de mayo hacia Puerto Argentino, aunque se quedó finalmente en Comodoro Rivadavia. Efraín Dines se trasladó el día 16 rumbo a Comodoro Rivadavia, para luego instalarse en Trelew y Rawson. Junto con él, viajó también Tzví Grunblat, quien recaló en Río Gallegos. Y por último, Felipe Yafe y Natán Grunblatt viajaron el 31 de mayo a Comodoro Rivadavia.

Tras la designación de los religiosos, surgió el problema que para cruzar al frente del conflicto había que viajar en un avión de la Cruz Roja Internacional, porque estaba prohibido que viajen civiles en un avión militar. De cualquier manera, ningún rabino pudo viajar a la zona de conflicto.
Otros de los debates que hubo en ese momento era si usar o no uniforme militar. “La gente de Marshall Meyer expresaban en aquel momento: ‘No vamos a vestir el uniforme de las Fuerzas Armadas Argentinas porque están manchadas con sangre’. Por otro lado, el rabino Dines decía: ‘Es un honor usarlo, entiendo que vamos ayudar y apoyar a los soldados, no a manifestar ideales personales, porque para eso no voy’”, explicó el religioso al autor del libro.
“Más allá de los debates, se optó porque vistieran atuendos civiles. La realidad es que nunca fueron considerados capellanes, a pesar de que los llamaban así en todos los documentos”, sostiene Dobry.

“La llegada de Plavnik a Comodoro Rivadavia tuvo una gran cobertura periodística, ya que era la primera vez que había capellanes judíos dentro del Ejército Argentino. Los rabinos no recibieron ayuda oficial para cubrir su manutención. Ni tampoco durmieron en los cuarteles del ejército, sino en hoteles privados. Por otra parte, no se les permitió ir a las Malvinas por su cuenta”, describía en una carta que el rabino Marshall Meyer les envió a sus colegas de Estados Unidos, en diciembre de 1982, donde daba cuenta de este hecho histórico.

A nivel comunitario se acordó que el rabino Baruj Plavnik sea el primero que viaje. Los objetivos que se había planteado el religioso apenas llegó a esa provincia fue prestarle asistencia espiritual a los soldados judíos que estaban desplegados en la zona, visitar a los que estaban heridos o internados en los hospitales, y averiguar por los fallecidos en combate para que la DAIA gestionara su entierro religioso. Plavnik comenzó primero a detectar a los soldados judíos en los regimientos, luego a conectarse con los miembros de la comunidad en esa provincia y lograr que se abra una pequeña sinagoga que había estado cerrada durante mucho tiempo. Precisamente allí, luego de reabrirla, fue donde se realizó el primer Kabalat Shabat en el marco del conflicto.

“Las preocupaciones de los soldados era recurrente: el miedo a cruzar a las Malvinas, morir en medio de una guerra, a matar a otra persona, y el sufrimiento de sus familiares por la falta de información que tenían de ellos, entre otras cosas. Era una situación delicada. Buscaba evitar que se quebraran al recordar a sus familias, que eso los fortaleciera moralmente, como seres humanos, para enfrentar una situación crítica. Lo que hacía era charlar sobre sus temores”, recuerda Plavnik.

El final de la guerra fue el mismo para todos los soldados. La rendición, el encarcelamiento inicial por parte de los ingleses, la vuelta al país; pero fundamentalmente el olvido y la negación de gran parte de una sociedad, que sin distinción de credos o religión, apoyaron inicialmente esa aventura militar para luego, una vez perdido el conflicto, poner bajo la alfombra su propia responsabilidad colectiva.

fuente: PERIODICO 'NUEVA SION'- BUENOS AIRES

domingo, 1 de abril de 2012

MINI GLOSARIO DEL ARGOT MEXICANO-HABLA POPULAR DE LA CALLE EN MEXICO-

NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG,

A continuación encontrarán un mini-glosario

del idioma popular de Mexico.

Es muy pequeño, pero hasta que consiga algo

más amplio, podrán reirse o deleitarse con

esas palabras que hemos escuchado en

algunos films aztecas.


quote:


Este es el original y unico "Diccionario Mexicano", una joya de la Literatura Nacional que no debe faltar en ningun hogar, oficina o centro social. Una magnifica herramienta para el uso de las expresiones correctas en los casos que asi lo ameritan. Un artículo basico, que ningun turista en nuestro país debe olvidar.

By Marina Pacheco

A chingadazos - Someter con violencia.
A huevo - Por la fuerza. Necesariamente obligado.
A vergazos - Golpes repetitivos. Sometimiento.
Aflojo - Cedio, dio de si.
Ah, chinga? - A poco?
Muy chingon, no? - Cuestionar sobre el intelecto o los actos de otro.
No mames! - Denota incredulidad, asombro ante la magnitud de un hecho.
Al Chile - Hablar con la verdad.
Al Chilazo - Hecho sin cuidado.
Atorar - Perjudicar.
Ay no mames! No molestes. No te creo.
Cagadito - Persona de humor desagradable, NON GRATO.
Cagado - Con gracia natural, desbordante, chistosos.
Cagante - Persona que incomoda, detestable.
Cajeto - Dicese de aquel con suerte.
Chafa - De mala calidad.
Chairo - Vease Chaqueto.
Chale - Incapacidad de comprension.
Chaqueto - Falto de arte en su elaboracion. Decadente.
Chile - Activo principal del macho.
Chingaderita - Pequeñito.
Chingo a mi madre si no- Creeme!
Chingo a su madre - Desperfecto ocacionado, Perdida de alguien conocido,amenaza de violencia
Como esta el pedo? Forma en que se establecen los acontecimientos, solicitud de explicacion.
Cual es el pedo? - Indagacion de los acontecimientos.
Culazo - La mejor de todas.
Culero - Aquel de malos sentimientos. De pesimos acabados.
Culo de vieja - Doncella agraciada.
De Huevos - Imperante. Espontáneo.
De Hueva - Sin interes.
De la Verga - Pesimo, insatisfactorio.
Echale Huevos - Manifiesta mayor interes.
Enchilado - Molesto.
Esta pinche - Carente de calidad.
Estas cabron - Denota admiracion por otro. Reconocimiento a su grandeza.
Huevon -Cansado, fatigado. Mayor de edad.
Guey- Vulnerable ante la vida.
Hasta la madre! - Expresion que denota saciedad.
Hijo de su pinche madre - Aquel que se sale de los canones.
Jetear - Conciliar el sueno. Acto de dormir.
Jeta - Gesticulacion adversa.
Jodido - Carente de recursos.
Madrazo - Impacto violento.
Madriza - Contuciones desagradables.
Mamado - Fuerte. Musculoso.
Mamon - Persona con aires de grandeza y poder.
Me cague - Obtencion del Exito sorpresivo.
Me castra - Denota molestia.
Me corto un huevo - Lo juro.
Me dio culo - Miedo, temor.
Me saco un pedo - Susto sorpresivo .
Meco - Magnitud, grandeza.
!Mis Huevos! - Negacion, incredulidad.
!No Chingues! - Protesto.
!No mames! - Sugerencia de no rebasar el limite.
Pa'mearlo - De aspecto desagradable.
Palo - Acto sexual.
Pedero - Persona agresiva. Sujeto mentiroso.
Pedote - Problema mayusculo, fuera de control.
Pendejear - Paseo por el parque, divagar.
Pendejo - Carente de facultades.
Pito - Ver chile.
Pura mierda - Basura.
!Puta madre! - Saturacion.
Puta - Mujer de cascos ligeros.
Putiza - Vease Madriza.
Que hueva - Expresion que denota falta de interes,cansancio.
!Que huevos! - Impetus desorbitados.
!Que peda! - Expresion que denota asombro a la mañana siguiente de la reunion.
Que poca madre! - Decepcion.
Que onda KA...? - Saludo fraternal.
Que pedo? - Reto al adversario. Cuestionamiento incredulo.
Sancho - Aquel que se divierte mientras otros trabajan.
Son mamadas - Repulsion a ciertos actos.
Te armaron un pancho - Objecion de la conducta

:unquote

http://www.fortunecity.es/metal/compras/46/diccionariomeji.html

CITAS CITABLES: Leonardo Da Vinci



"Todo nuestro conocimiento
tiene su principio en los
sentimientos. -

Leonardo Da Vinci."