miércoles, 6 de enero de 2016

SANTO TOME(SANTA FE): El “Pocho” Maurig y su legado: la amistad como reflejo del alma


















Si decimos que este hombre fue el amigo de todos, muchos van a creer que estamos exagerando. O dirán que es imposible que una persona pueda ser amiga de todo el mundo. Pero realmente sentimos que fue así.  A un año de su partida, quisimos recordarlo con todo nuestro afecto y respeto. 


Durante 2015 pusimos en marcha una sana costumbre, la que esperamos  continuar este año que recién comienza: brindarle tributo a los amigos que nuestro   oficio nos fue dejando, para honrarlos en el recuerdo y mantener viva su memoria.  Así, ustedes pudieron apreciar las historias y semblanzas de gente entrañable y muy querida, ligada fuertemente a la Agencia Santo Tomé de Diario El Litoral, a través del afecto sincero y la palabra justa. En virtud de ese loable y desinteresado propósito, hoy, prácticamente al año de su fallecimiento, quisimos recordar a ese gran tipo y mejor amigo que fue Juan Carlos “Pocho” Maurig.


El “Pocho” fue un personaje único, con sus salidas y ocurrencias, tanto como por sus increíbles y muchas veces desopilantes apuestas, como el día que jugó que se comía un maple de huevos crudos (¡30 huevos!!!) haciéndole un agujero a la cáscara. O aquella vez que se tragó un grillo entero, porque no le creían que podía comerse un bicho. Así era el “Pocho”, el hombre que hizo un culto de la amistad: espontáneo, campechano, simple. Era la persona ideal para transmitir las famosas “recetas” de las abuelas y los infalibles remedios caseros. Con él supimos probar escabeche de jabalí, carne de burro, ensalada de ortiga o grapa con miel casera.

A la memoria del padre

  
El año pasado su muerte nos tomó por sorpresa. Sabíamos que andaba mal, muy mal, pero hacíamos fuerzas para que pudiera “zafar”. Lamentablemente no fue así y “Pocho” se nos fue el 1° de enero de 2015, con los primeros brindis del año nuevo. Lo recordamos en la edición N° 41 de Voces del Salado, en la nota titulada “Si hay un bar en el cielo, ya tiene quien lo atienda”.  La Curva Maurig, un sector de la ruta nacional N° 11 denominado oficialmente así desde 2008,  honra la memoria de su padre, don Juan Maurig (1908-1982), quien el 26 de marzo de 1938 se hizo cargo del almacén de ramos generales y despacho de bebidas ubicado en la esquina noreste del famoso recodo. Con los años, “Pocho” prosiguió el negocio familiar y lo convirtió en un punto de encuentro ineludible de la zona sur de la ciudad, el Bar y Chopería La Curva.

  
No sólo el local recibió “Pocho” de su papá, también heredó su forma de ser, sin mezquindades ni segundas intenciones. Alguna vez dijo: “Mi padre hubiera sido millonario, pero para él su mayor fortuna era ser respetado y bien visto por la gente. Jamás alguien se fue sin llevarse lo que necesitaba y por más que no tuviera un peso para pagarlo, se lo daba igual. Confiaba en la palabra del otro. Algunos cumplían con el pago, otros no, pero él siguió siendo así siempre. Para mí y mis hermanos ese fue nuestro gran orgullo, porque esa forma de ser nos la inculcó para que fuéramos igual”.















EN PALABRAS



A mí lo material no me interesa, lo importante son los amigos. Sin tus amigos no sos nada. No importa que tu amigo sea un “croto” o un “potentado”, lo importante es que sea buena persona y leal. Lo que vale es la amistad, la plata va y viene.

Juan Carlos “Pocho” Maurig

Santotomesino de ley. “Pocho” nació el 22 de septiembre de 1941 en la misma esquina que su padre popularizó a fines de los años treinta y que con el tiempo dio lugar a que la zona sea nombrada oficialmente como Curva Maurig (Av. Luján y Av. Riccheri). Falleció el 1° de enero de 2015. 
ILUSTRACIÓN: Lucas Cejas
Diario El Litoral de Santa Fe,
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Si hay un bar del Cielo, ya tiene quien lo atienda


A la memoria del “Pocho” Maurig












Se nos fue un gran amigo, Juan Carlos Maurig, el “Pocho”. No nos dijo “Adiós”, sino “Hasta siempre”, porque su recuerdo perdurará eternamente entre nosotros, aquellos que tuvimos la suerte de conocerlo, de disfrutar su don de gente y su sana compañía, desprovista de intereses mezquinos y frivolidades. “A mí lo material no me interesa, lo importante son los amigos… sin tus amigos no sos nada”. Así era el “Pocho”, un señor con todas las letras; un flor de tipo. Alguien que privilegiaba la amistad por sobre todas las cosas y a quien no le importaba que alguien fuera “un croto” o “un potentado”, como le gustaba decir, sino que fuera buena persona y leal amigo. Había nacido el 22 de septiembre de 1941. Nos dejó el 1º de enero último, a los 73 años. Fue un verdadero valor y todo un baluarte de Santo Tomé.


“Lo importante es la amistad, la plata va y viene”, repetía cada vez que salía el tema. Por eso decimos que se nos fue un amigazo, de esos hermanos del alma que la vida nos ofrece muy de vez en cuando -casi sin proponérselo- y que cada uno va cosechando a su paso por este mundo. Porque “Pocho” era así, el compinche de todos. A veces porfiado y testarudo, sí, pero siempre atento y servicial. Buen compañero y mejor consejero, un personaje tan querible como entrañable. El mismo que cuando nos acercábamos a la barra de su tradicional e histórico “boliche”, El Bar y Chopería La Curva (*), nos recibía con una frase que lo pintaba de cuerpo entero… y también de espíritu: “¡Qué vamos a tomar muchachos!”.


Hoy queremos brindarle un sincero homenaje a ese ser campechano, sencillo y abierto, amable y bondadoso a manos llenas. Queremos hacerlo con la imagen que mejor lo representa y refleja, “al pie del cañón”, preparando un vermú. Fiel a sus parroquianos, a quienes no abandonó jamás, incluso cuando lo aquejaba algún dolor o sentía alguna molestia. Y queremos que se sepa, que si hay un bar en el Cielo, ese bar ya tiene quien lo atienda… el “Pocho” Maurig.


(*) En la ciudad de Santo Tomé, la zona que se conoce como Curva Maurig, debe su nombre –ya oficializado como tal- al almacén de ramos generales y despacho de bebidas que el padre de “Pocho”, don Juan Maurig, tenía ubicado justo al borde del recodo que hace la ruta Nº 11 al conectarse las avenidas Luján y Riccheri. Don Juan empezó a administrar el lugar el 26 de marzo de 1938 y lo atendió prácticamente hasta su fallecimiento, el 1º de diciembre de 1982 (había nacido en Recreo el 11 de julio de 1908). A partir de esa fecha, el popular “Pocho”, que nació allí, en la famosa esquina-bar, se hizo cargo del negocio familiar. En la presente foto, detrás de “Pocho” puede verse un cuadro que ilustra el renombrado local.

Febrero 2, 2015 | 
Diario El Litoral de Santa Fe,

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