sábado, 17 de octubre de 2009

Juntar firmantes para que salga la Ley Contra los Violadores en ARGENTINA


La familia de la chica asesinada por el violador que gozaba de libertad condicional en mayo en el barrio de Caballito (se llamaba Soledad Bargna) armó una página para juntar firmantes para que de una vez por todas salga la ley contra los violadores.

Un violador no debería salir en libertad condicional. ......... debería existir un registro de ADN de violadores que permita que fácilmente se los identifique. ......... . y la pena máxima aplicable hoy, en verdad se torna en mínima.
Se requiere un millón de firmas (es increíble que para estos casos se requiera 1.000.000 de firmantes pero para hacer un partido político solo 100.000) para que la ley pueda ser tratada.

Este es el link: http://www.construyendojusticia.com/


También pueden ayudar difundiendo este mail (con CCO para respetar la privacidad de sus contactos) a todas las personas que conozcan.

Gracias!

Sumate a este proyecto

Para que el caso de Soledad Bargna asesinada el 22 de mayo en su departamento, donde la desidia estatal y judicial volvieron a cobrarse una víctima, y para que mañana no le toque a tu familia o amigos, los ciudadanos de la Nación Argentina, no exigimos justicia, construímos justicia. Dejá tus datos en este formulario y sumate a la construcción de un mejor futuro para todos. Exigimos la exclusión de los violadores de la Ley 24.660 (de Pena Privativa de la Libertad), un Registro Nacional y Público de Violadores, y un tratamiento diferenciado de la sociedad para reincidentes. Gracias por tu apoyo.


FUENTE: llego en un e-mail desde Argentina via C y R-cyr@gruposyahoo.com.ar
enviado por
"VALDEZ Orlando TERNIUM [AR]

Carlos Ignacio Laluf, hijo de desaparecidos, brindó su testimonio

Hacer público un sufrimiento familiar


El hijo de Marta Benassi y Carlos Laluf apareció en una plaza de Santa Fe el 4 de septiembre de 1977. Lo criaron sus tíos maternos, quienes intuían que la pareja había desaparecido. La familia recibió cartas hasta marzo de 1978.

Por Sonia Tessa

Carlos Ignacio Laluf tenía dos años cuando apareció en la plaza de Las Banderas de Santa Fe, el 4 de septiembre de 1977, con un bolso en el que había ropa y pañales en mal estado, un gato de peluche y cartas dirigidas a Carlos Laluf, su abuelo paterno y a Carlos Benassi, su tío materno. En esa carta, Carlos Laluf y Marta Benassi dejaban instrucciones para el cuidado del niño. Sus familiares intuyeron que la pareja había sido privada de la libertad, pero durante años no tuvieron certezas. Después supieron que los dos estuvieron secuestrados en la Quinta de Funes y aún hoy continúan desaparecidos. El pequeño, en los primeros tiempos de vida con sus tíos, vivía asustado, en estado de desasosiego. Si escuchaba una sirena, o gritos, se escondía debajo de la cama. Lloraba mucho, y acudía ansioso cuando sonaba el timbre. "Uno se aferra a querer estar con ellos. Lo mismo me pasaba cuando tocaban el timbre en mi casa. Siempre estaba ilusionado con que vinieran mis padres a buscarme. Cada vez que iba a la puerta, sufría una desilusión. Más allá de que nunca me faltó nada, me pasé muchos años esperando ese momento", dijo ayer sobre las secuelas del terrorismo de Estado en su vida. Por eso, al finalizar su testimonio ante el Tribunal Federal Oral número 1, afirmó: "Quiero decir que fui, soy y seré una víctima".

El testimonio de Carlos fue el último de la jornada de ayer del juicio oral y público de la causa Guerrieri. Antes habían declarado Alicia Genolet de Benassi y Carlos Benassi, quienes se hicieron cargo de la crianza del niño por expreso pedido de Marta, la hermana de Carlos. Alicia relató que habían salido a dar una vuelta ese domingo 4 de septiembre de 1977 y cuando llegaron a su casa encontraron en la puerta a Lita, la abuela paterna de Carlos Ignacio, con el nene de la mano. La mujer lloraba desconsolada y decía: "Algo pasó, algo pasó". Desde ese momento, Carlos Ignacio vivió con ellos. Alicia Genolet relató los indicadores del sufrimiento del niño, así como los esfuerzos de su familia para incorporarlo sin retacearle su identidad. "Marta era mi cuñada. Teníamos una relación muy cercana desde mi ingreso a la familia Benassi", relató la mujer.

Por eso, la posterior suspensión de las comunicaciones telefónicas fue otro indicio de que no eran libres. Tras reconstruir la historia, la familia supone que el secuestro se produjo entre el 18 de agosto y el 4 de septiembre de 1977, y que el niño estuvo secuestrado junto a sus padres, por eso llegó con la ropa tan deteriorada a Santa Fe.

Lo más desconcertante para la familia fueron las cartas. Hubo unas 13, desde el 4 de septiembre de 1977 hasta el 10 de marzo de 1978. En la primera misiva, la que llegó con Carlos Ignacio, Laluf y Benassi aseguraban estar bien, en un lugar seguro. Pero a su familia algo no le cerraba. La segunda la recibieron en noviembre de 1977. El intermediario de estos contactos era Carlos Laluf padre. La pareja recibía las cartas que sus familiares les escribían en una casilla postal a nombre de Miguel Vila, en la sucursal de correo número 3 de Rosario, en Ituzaingo 1059.

Laluf padre, fallecido en 2005, luchó hasta su muerte por saber el destino de su hijo y su cuñada. El fue quien dio testimonio ante la Conadep, en 1984, y quien intentó impulsar juicios, posteriormente abortados por las leyes de obediencia debida y punto final. Según los testimonios que se conocieron después de 1984, durante el tiempo que enviaron cartas, la pareja estuvo secuestrada en la Quinta de Funes. Laluf (hijo, estando secuestrado) viajó a México con un nombre falso en 1978, en la llamada Operación México, que procuraba matar a la cúpula montonera. Después del fracaso de ese intento, en enero de 1978, todos los secuestrados en la Quinta de Funes fueron trasladados a la escuela Magnasco y de ahí a La Intermedia, donde fueron asesinados, según contó a este diario uno de los imputados, Eduardo Costanzo.

El segundo testimonio de la mañana fue el de Carlos Benassi, cuyas palabras estuvieron cargadas de amor a su hermana. El testigo hizo explícito el homenaje a "don Laluf", cuya voz pudo oírse en el juicio en una entrevista que le hizo el periodista de Rosario/12, Juan Carlos Tizziani, y que él mismo reprodujo durante su testimonio en este proceso. El corresponsal de este diario en Santa Fe también había aportado copias de las cartas, que ayer fueron certificadas por el secretario Osvaldo Facciano, ya que Carlos llevó los originales.

Carlos recordó el "compromiso de vida" de su hermana, y más de una vez su voz se quebró. Cuando recordó a Laluf padre, por ejemplo, y también cuando la fiscal Mabel Colalongo le preguntó si algo en las comunicaciones le hacía suponer que Marta estaba privada de la libertad. "En cada una de las cartas de mi hermana se nota la desesperación y el destrozo que le provoca la separación de su hijo", dijo Benassi, quien citó que en la última misiva, Marta escribió: "Si no me reencuentro pronto con mi hijo voy a morir de tristeza". En ese momento, el hombre no pudo contener la emoción. "¿Comprende señorita fiscal?", expresó para subrayar que ése era un indicio claro de la situación de su hermana.

También indicó que si bien tanto los padres de Carlos como los de Marta recibieron llamadas telefónicas, que justamente los custodios de Carlos Ignacio no fueran contactados por esa vía era otro indicio de que los captores "estaban ejerciendo un control completo sobre ellos".

También Benassi subrayó que algunas cartas estaban fechadas en Asunción del Paraguay, San Pablo y Río de Janeiro, pero ese dato también era incierto para ellos, porque al mismo tiempo indicaban que "una familia amiga de Rosario" seguiría intermediando las comunicaciones. Después supieron que nunca hubo tal familia amiga y creen que la pareja tampoco estuvo fuera del país.

Benassi también recordó que junto a Laluf padre llegaron hasta Rosario, a la casa de Barra 2730, donde vivía la pareja antes del secuestro. "Fue después de que dejamos de tener noticias de ellos, en marzo del 78. Estuvimos durante mucho tiempo buscando el último domicilio, que yo no conocía y del que don Laluf tenía un recuerdo fugaz". Cuando finalmente encontraron el lugar, allí vivía una mujer. Ella les dijo que la casa se la había dado un militar amigo. Otra persona, una vecina de la pareja, les contó que primero se llevaron a las personas, y luego un camión del Ejército retiró los muebles de la casa. Cuando la fiscal le preguntó si la misma vecina les dio más detalles sobre el secuestro, Benassi lo negó. Sí subrayó que -según los dichos de la misma mujer su hermana era muy querida en el barrio, porque trabajaba como maestra particular. "Siempre estuvo en nosotros la esperanza de encontrarlos vivos", expresó emocionado el hermano de la víctima.

Un rato antes, su esposa había subrayado el valor de este juicio. "Esta es una oportunidad para nosotros de poner en lo público un sufrimiento familiar, para que se haga justicia, por Carlos Ignacio y por todos nosotros", dijo Alicia Genolet, la tía de aquel niño al que crió como una madre.

http://www.represoresrosario.blogspot.com

lunes, 12 de octubre de 2009

"Un recordatorio del 12 de Octubre"

Vinieron.

Ellos tenían la Biblia y
nosotros teníamos la tierra.

Y nos dijeron:
'Cierren los ojos y recen'.

Cuando abrimos los ojos,
ellos tenían la tierra
y nosotros teníamos la Biblia.

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Nota del Editor:
Lo recibí en un mensaje electrónico.
Comprobe que hay varias versiones
muy similares,con pequeñas diferencias.

Hay algunos que figuran como ANONIMOS.
En otro estaba escrito, al final:
" MARICI WEU (Guardianes de la Tierra)
Pueblo Mapuche".

Realmente no se quien lo escribió.
Pero me parece muy adecuado para
la fecha '12 de Octubre', considerado
por muchos Gobiernos como el
"DIA DE LA RAZA" O "DIA DEL
DESCUBRIMIENTO DE AMERICA".

Y para muchos nativos de las tierras
americanas como el comienzo del
ROBO Y LA EXPLOTACION llevada
a cabo por los 'Conquistadores' y
continuada luego por todo tipo de
Gobiernos, ya sean pertenecientes
a las Coronas de Europa o locales.

Lic. Jose Pivín
frente al puerto de Haifa
frente al mar Mediterráneo

domingo, 11 de octubre de 2009

Mónica Russomanno : San Fermín





SAN FERMÍN*



No hay nada que hacer aquí, ni toros ni plazas atiborradas, ni caballos enjaezados ni toreros de brillo y coleta. Nada de nada aquí. Una estación, vías brillantes, la sombra inexistente de una zorra que se atisba por el rabillo del ojo.


Una zorra que avanza por los rieles si una está descuidada y mira un poco al costado, un poco al horizonte, un poco así mirando sin mirar con la típica expectación de quien atrapa fantasmas sobre
fotografías desvanecidas.


No multitud, no agitación, no clamores. Sólo dos hombres sudorosos y un tren que eternamente los persigue en un sueño, acaso en una pesadilla, en la zona que es la zona, ese lugar alejado de la realidad y sin embargo tan allí, tan aquí, tan próximo.


San Fermín y la resonancia del nombre pero ni banderillas ni trajes de luces ni rosas rojas entre los dientes apretados. Ni una trenza moruna, ni un tablao ni un atestado lugar que huela a circo y a muerte roja sobre negro.


Solamente estos rieles relucientes que trazan las paralelas eternamente unidas en un horizonte imaginario. Sólo esta planicie, esta llanura, estos yuyos repetitivos estos fantasmas que sudan, que mueven la zorra a riesgo de tren y a riesgo de desaparecer finalmente aplastados por el peso, el tremendo peso del firmamento que vira al violeta.


Por qué San Fermín. Aquí, en medio de la América. Por qué el
recuerdo borroso de santos católicos, de iglesias barrocas, de cuerpos
torturados de santos de imaginería en madera policromada y ojos
vítreos para traer todito el dolor intacto, casi real.


Por qué aquí, en medio de la nada es decir en medio de la América, este tren que no existe y esta estación sin toros, hecha de fantasmas y de la única
zorra que se apresura en ese viaje eterno de llegar a ninguna parte.


San Fermín. Reloj detenido de estación abandonada. Fantasmas.

No hay toros aquí, ni toreros. Hay, si, la sangre en los rieles, la sangre y la agonía del toro es decir la muerte del ferrocarril. Y el inmenso el inabarcable el marítimo clamor de las multitudes rugiendo frente a la ajena muerte.


Ha muerto el toro de hierros y vapores de ollares sudorosos. San
Fermín, señores. El carro lo engancha y arrastrando se lo lleva. Otros
se regocijarán en la ignominia de celebrar sangres y derrotas. Cierro
los ojos para no ver. Para respetar la muerte de rieles y edificio de
cenefas airosas.


Al cerrar los ojos perdura apenas, allí entre las luces de párpados clausurados, la imagen de la zorra y los fantasmas. Nada queda de más. No hay nada, nada que hacer aquí.




*de Mónica Russomanno.

la autora:Residente en Santa Fe, Argentina, es profesora de Artes Visuales y ha sido publicada en los diarios "Hoy en la Noticia", "El Litoral" y "La Nación" de Argentina, así como en la gacetilla "Ideas" de Cuba. Editada virtualmente en las publicaciones "Página 1", "Inventiva Social", "Unión digital", "La máquina de escribir" y otras,y en los Blogs Culturales "PAGINA 1-JOSE PIVIN" y 'EL GALLO EN ALPARGATAS", escribe mensualmente ensayos en "El Arca del Sur". Guionista de los videos "El gueto de Varsovia" y el realizado por el aniversario de la radio "LT9";ha sido premiada en el concurso por los 70 años de la UNL, en el certamen de la Editorial "Nuevo Ser", el concurso "Nitecuento" de Editorial Mizares, y el organizado por "Historias para el café". Partícipe de la puesta "de la cabeza" con textos dramatizados, se sumó a la Antología "En bandada" de autores regionales. Se ha desempeñado como jueza en el concurso juvenil de la asociación "El Puente" y es autora invitada en encuentros con estudiantes.




russomannomonica@hotmail.com

martes, 6 de octubre de 2009

Mi querida Mercedes Sosa, allá en el Cielo Argentino






Te fuiste de madrugada, mi Negra Dulce,
dejandonos más tristes y huerfanos
porque tu potente, clara y segura Voz
era una dulzura para los oídos y la mente.


Te escuche desde mi juvendud , allí en Santa Fe de la Vera Cruz capital de la Provincia del mismo nombre, en la lejana ARGENTINA, seguramente hace cerca de 45-50 años, y quede prendado por la calidad, el tono y la frescura DE TU CANTO.


Seguí tus pasos y coleccionando tus discos, que me traían no solo tu voz y tu canto, sino tambien el CANTO DE ARGENTINA Y LUEGO EL DE AMERICA HISPANA.

Tuve la suerte de poder disfrutar de algunas de tus hermosas actuaciones en Israel, donde resido, especialmente el Gran Concierto en el antiguo Anfiteatro romano de Cesarea, sobre las aguas del mar Mediterráneo, donde una
multitud de cinco mil personas te aplaudieron "a rabiar"!!!!.



Alli pudimos, mi esposa y yo, visitarte en tu camarín, al finalizar tu actuación, fotografiarte y fotografiarnos, charlar amigablemente- como viejos amigos- y obsequiarte mis dos primeros libros de poesías: 'INFARTODIARIO' y 'EL INQUILINO QUE HAY EN MI'.

Hoy te fuiste de este mundo endurecido, este "valle de lagrimas", para remontarte al cielo, cual barrilete de esperanzas y sonrisas, para desde arriba cuidar a tus hermanos argentinos, sud y centro americanos de habla castellana ,incluídos nuestros hermanos Brasileños.


Tus canciones rebeldes, de protesta contra la injusticia, contra
la brutalidad, contra la fuerza; de amor a la naturaleza y a los seres humanos, seguirán siendo una Bandera para aquellos que te aman, desde los humildes y pobres para arriba,los estudiantes y escolares, los agricultores, los artistas de todo tipo, las amas de casa, los empleados, los academicos, los Profesores y tal vez, algunos políticos,sin distinciones de religión, color de piel o país de origen.

Mis sentidas condolencias para toda tu familia,
para todos
los Argentinos , que esten en territorio argentino o en otras partes del Planeta, que te recuerdan, con lagrimas en los ojos o un nudo en la garganta. Para todos los que aman la Libertad y Odian las injusticia, vivan donde vivan....
Dios te bediga y te cuide allí arriba, querida NEGRA SOSA.

Lic.Jose Pivín
frente al puerto de Haifa
frente al mar Mediterráneo


4 de octubre de 2009

lunes, 5 de octubre de 2009

"Que curioso es el hombre, nacer no pide, vivir no sabe, morir no quiere."

Proverbio Chino

jueves, 1 de octubre de 2009

Un ángel en la tierra: Horacio C. Rossi




por Guillermo Heredia

Conocí a Horacio Rossi en los primeros ’90. Yo llevaba a cuestas un manojo de insatisfacciones y de poemas “nerudianos” que me interesaba compartir con algún representante del mundo de las letras.
Pocos años antes, había yo tardíamente descubierto mi vocación de entrelazar palabras.
Nos conectó la pintora Zulma Molaro, ya por entonces paciente y entrañable amiga.
Zulma al conocer mi intención, se comunicó con Horacio, y convinimos en que yo le dejaría mis trabajos en un sobre, en la secretaría de la clínica donde yo trabajo.
Pocos días después recibí su respuesta: un poema de bienvenida y generosa bienaventuranza, en su particular estilo de grandes letras manuscritas desparramadas ampliamente por la hoja, y que remataba con su típica flor y su firma: “Horacio Rossi en La Terraza”.
No pude menos que sorprenderme ante esa inesperada muestra de afecto y de buenas intenciones. Nos pusimos en contacto telefónico y convinimos un encuentro en “La Terraza”.
Recuerdo de ese encuentro, el intenso celeste de aquel atardecer, el lugar en el que nos sentamos, sus comentarios generosos acerca de mis trabajos, su sonrisa. Nos quedamos hasta bien entrada la noche y regresé como siempre desde entonces, con varios libros bajo el brazo, y la agradable sensación que en el alma deja el contacto con la buena gente.
Poco a poco, reunión tras reunión, recital tras recital, fui conociendo a este personaje tan singular y a quienes fueron desde entonces queridos amigos comunes.

Con su morral en bandolera, con lápiz y cuaderno, Horacio era poeta de a pié, en la calle o en los bares, frente al mar o en la montaña, no sólo escribía poesía, él era poesía.
Renegaba de las instituciones, de normas y convenciones, diría que del saber preestablecido en general. A la manera nietzscheana pensaba y transmitía con vocación docente, la libertad en el pensar y en el hacer, particularmente en el ámbito de la literatura.
Poco tiempo antes de morir, mi hija Ailén mantenía con Horacio un fluido intercambio a propósito de sus primeras incursiones literarias. Ella argumentaba citando a Sastre o algún otro, Horacio le decía que a él le importaban sólo sus propias opiniones. Así pensaba, así vivía y transmitía en forma permanente.

Muchos jóvenes escritores se acercaron a escucharlo. A todos recibía celebrando, abrazando, brindando por la ocasión y por la vida. A todos estimulaba, sugería lecturas, prestaba libros. Pero, fundamentalmente, a todos animaba a ejercer su libertad y autonomía.
Se definía incapaz de emprendimientos comerciales, de proyectos a largo plazo, de sujetarse a lo preestablecido. Su mundo era poesía, la del bien, la del amor y el culto a la amistad. “Los amigos son una costumbre solar…” supo escribir. Qué más puede decirse…

Algunos habrán dicho que era un niño, casi un inocente. Nadie puede ser siempre bueno, siempre desinteresado, siempre generoso. Sólo un niño puede. Pues bien, yo no he conocido de él otras facetas. De hecho no era niño, y menos inocente en el sentido vulgar de la palabra. Pero vibraba en una “longitud de onda” diferente, como una locura de bondad, fraternidad e inocencia creadora invulnerables.

Las siguientes estrofas escritas por Chamalú, indio quechua que vive en Cochabamba, Bolivia, de alguna manera describen el andar de Horacio Rossi por el mundo:
Soy guerrero
mi espada es el amor
mi escudo, el humor
mi hogar la coherencia
y mi texto, libertad

Horacio fue un hombre extensamente bueno, poeta caminante inclaudicable, un guerrero de amor y libertad, un ángel en la tierra.

Qué mejor regalo que su vida…


Guillermo Heredia
Noviembre de 2008
foto: diario EL LITORAL- Santa Fe- Argentina