HORACIO C. ROSSI
Á R B O L
Había una vez un árbol crecido en las mañanas.
Se alimentó de gracia celeste y de violín.
Doró su labio ceibo con sones de campana.
Juntó fresnos y robles en ronda sin confín…
En los vientos que tuvo sobre su primer verde
Bebió las excelencias pasadas, siempre en flor.
Y era, todo el futuro, juego en que nadie pierde,
Y que tiene, seguros, los frutos del amor…
Nutrió su maderita risueña con almejas
Hasta oler en el viento certidumbre de mar,
Y corrió por las calles como la primavera.
Terminó con premura su tiempo de esperar…
Cuando tronó la muerte su imperio poderoso
Sorprendiendo la tierna fascinación de paz
Del arbolito lindo, hubo un gesto furioso
Del dolor de la tierra. Y huibo llanto de más…
Una fe obligatoria lo ciñó a una tormenta
Fabricada en la casa del infierno de Añá….
Apenas unas briznas zafaron por la lenta
Mediación, más serena, y azul, del buen Tupá…
Desperdigadas voces, con temor en las caras,
Amargas y dolidas las almas sin reposo…
Se posaron, muy lentas, reabriendo sus miradas,
Para que verdeciera, de nuevo, el árbol mozo…
Hoy parece que amaina, que escampa, que regresa,
Sobre el sur, un celaje con aromas de aurora…
Y en el beso sagrado de la naturaleza
El arbolito arde su canto sin deshora…
Canto dificultoso, que enseguida se aclara,
A medida que el tiempo cicatriza la herida:
Y parece que el árbol entero respirara,
Nuevamente habitado por las voces de vida…
El árbol que persiste, que insiste, quiere, y puede
Sembrar, de todos modos, su semilla en el viento…
Con la ayuda preciosa de esos pájaros leves
Que consuelan memoria y empluman sentimiento…
El árbol va teniendo sus ramas habitables:
Los pájaros lo premian posándose en confianza…
Y, entonces, danzan juntos, al sur del Sol, amables,
Agradecidamente… ¡fundando la Esperanza !...
(*)
A B R A Z O
En la niebla que azota nuestra patria en silencio
Escribo las lecciones que me regala el clima,
Mientras la azul mirada del cielo diferencio
De la cruda miseria que nos rebota encima…
Voraz miseria adrede, que quiere que olvidemos
Nuestro común tesoro, que suena su campana,
Llamando todo el día, diciendo que esperemos:
Que, siempre, tras la noche, asoma la mañana…
Y la fea señora que nos clava su diente
Nos ordena que odiemos, que matemos ordena.
Que no reconozcamos al pueblo entre la gente:
Ese tesoro intacto. Esa fruta serena…
Pero la azul mirada del cielo canta firme,
Y prosigue diciendo: hombre amigo y hermano:
Mujer, mi compañera… No para de decirme
Su voz un claro canto, fraterno y cotidiano…
No para de dictarme, la voz, este poema
En que ya queda escrita la sola persistencia
Afuera de la muerte. Y, para que no tema,
Me adelanta el consuelo de su frutal presencia…
Comunico su gracia con lámparas de fiesta.
Canto, en la vieja rima del verso castellano,
repitiendo la misma cotidiana respuesta
que, ya más de mil años, ronda de mano en mano…
Hoy mete mucho miedo la maldita señora.
Pero sigue la tierra, por su boca marrón,
Besándonos con frondas que sostienen la aurora
Donde, encordado, el viento canta nuestra canción…
En la niebla que azota nuestro callado suelo
La fiel naturaleza suena su firme canto.
Que nos habla de lenta paciencia. Y de consuelo:
Que prevaleceremos, desde todo el espanto…
Que prevaleceremos a las obscuridades,
Con la lámpara sola de la luz verdadera.
Que, tras el amasijo de las adversidades,
Danzando, inexorable, está la vida, entera…
Andando con el sol y con la luna andando…
De la misma substancia feliz del mar y el río…
Caminando la sierra, la pampa, caminando…
Sirviendo al canto nuestro con este canto mío…
Y la fea señora no tiene más remedio
Que llevar su deshora a su casa de tumba.
Y el aire puro ocupa lo que fuera hastío y tedio
Y temor. Y prepara la palabra que zumba…
Y prepara la mesa para el azul festejo…
Tarareando los nombres de los que han partido:
Con la siembra, sin sombra, de su dulce reflejo,
Dispone las rodajas del pan tan merecido…
Es verdad. Me lo dicta la noche sur del viento.
Y es rocío de harina lo que a mi verso llevo:
Palabra que no miente: maduro sentimiento:
Herencia impostergable, para el profeta nuevo…
Con las voces licuadas por el tiempo igualante,
Avisa, fuertemente, que en el pan es de día.
Que es destino preciso de todo sol fragante
Llegar al desayuno de nuestra compañía…
En el pan es de día, como es azul el cielo.
Como que estamos juntos, es que floreceremos.
Por la paz conseguida zafaremos del duelo:
Nuestra sera la dicha que tánto merecemos…
Porque hemos persistido – y persistiendo estamos.
Porque, de nuestra boca, no se ha borrado el canto.
Y es ley del infinito recibir lo que damos:
Se sustentará el hijo, de lo sembrado en llanto…
Se sabe que es difícil, todo este día presente.
Llegar limpio al final de la jornada, es duro.
Pero es inevitable que, el corazón valiente,
Atraque su piragua en el puerto seguro…
La luz nocturna dicta. Yo, solamente, escribo.
Será poema, si sientes mi corazón sincero
Anotar, obediente, el canto que recibo.
Nada más. Y abrazarte es todo lo que espero…
He pasado la noche colectiva escribiendo.
Labrando las palabras del verso castellano.
Ahora, reinauguro lo que he estado diciendo,
En la común medida del corazón humano….
Vuelvo a escribir en verso mi letra, insuficiente,
Que, ritmada al latido general, descalabra
Tánto terror gratuito, tánto golpe indecente:
Deseando solamente quedara una palabra...
¡Ah, sí, la tan hermosa, la palabra: consuelo!
Esa que significa compartir soledad…
Con la que logra, el canto, uncir la tierra al cielo:
¡Fruta, para el hermano, la flor de nuestra edad!
¡Mujer, mi compañera, amigo: estamos juntos…
Este nuestro estar juntos ya de todo nos salva!…
¡De amorosa memoria, naceremos los mundos
Que nos tiene, ya, prestos, la estrella sur del alba!…
Horacio C. Rossi
(de “Mainumbý” – 1984)
HORACIO ROSSI
(04/10/53 – 18/05/08)Esta muy fresca la memoria de Horacio Rossi. Casi, diríamos, que lo vemos caminando por el boulevard rumbo a su trabajo o, cuando suena el teléfono, creemos que es él haciendo algún comentario. Aún, la percepción, es como si hubiese ido de vacaciones, en esos viajes que solía hacer a distintas latitudes de nuestra Argentina. Y luego, escribía. Los poemas de Cachi, inéditos, o sobre el lago Lakar, de las tierras sureñas son ejemplos de esa labor.
Abordar la obra de Horacio Rossi, es incursionar más en lo inédito que en lo editado. “Silvia, cuadernos de literatura” “‘Rimitas Horacitas’ “Cuaderno de las baldosas calcáreas”, entre otros. Pero, también, los innumerables poemas y escritos que fue publicando en diversos medios o repartiendo a través de los correos electrónicos a su vasta lista de direcciones.
De todas maneras podemos decir que su oficio en las letras fue copioso, incansable y permanente. La poesía, su hermana mayor, fue escrita en octavillas, sonetos o verso libre. Con un lenguaje franco y, en ocasiones, irritante porque no tenía barreras para hablar, en la escritura, con el lenguaje de la gente. No con el lenguaje académico que, por supuesto, no desconocía. El siempre manifestaba: elige el lenguaje y luego escribe.
Por eso es tan así su novela “Lambrusco”, donde sin contarnos nos muestra cómo se fue gestando esta lengua nuestra y las mixturaciones que se dieron con el arribo de los inmigrantes y su hablar cruzado en el S. XIX. Pero él celebraba el “buen día” como saludo, que hace centurias comenzó como el idioma castellano. El Lambrusco es toda una gesta, donde Rossi hace uso de su fecunda imaginación y de su arte en la lengua para mostrarnos todas esas transformaciones que se dieron y se siguen dando en el idioma. Y lo hace a través del protagonista que observa, escucha y anota todo lo que puede. En realidad ¿no será él Lambrusco? Dice Di Bernardo que, “cabría conjeturar si acaso, más que de una novela, no estamos en presencia de un extenso poema novelado.” Es probable. Pero es un idioma que, en mi infancia, lo he escuchado.
Sus poemas tocan al hombre. Son un canto de esperanza permanente. Transmite, en ellos, la alegría por y para celebrar la vida. Basta con recorrer algunos de sus escritos.
Mencionemos sus libros editados: “Del aire hallado” “La pluma de polen” “¡AH!mor...”. Sus folletos: Mainumbÿ, “Región de las tenues voces” “Porvenir de asombros”, “De Dioses Derribados”, “Padrinazgo Nocticular”.
A estos títulos se agrega “Poema de Cachi”, recientemente presentado en Santa Fe (29/10/09) y editado gracias a la colaboración de familiares, amigos y conocidos del poeta. Fue su último poema, inédito por cierto, que nos legó a los amigos. Este poema es ahora reproducido por Inventiva Social.
Agreguemos lo que Horacio Rossi siempre decía: soy grupero viejo. Así estuvo con el grupo Tupambaé, bajo el padrinazgo de Gastón Gori; el grupo Maynumbÿ que él iniciara y, por último, el grupo Luzazul que cohesionaba en su hacer varias artes: música, poesía, danza y plástica. De éste grupo fuimos hacedores de la hoja de poesía que lleva el nombre del mismo.
Estas líneas, cabe destacar, son apenas una aproximación al autor y su oficio en el arte literario y su actividad y apoyo a las manifestaciones culturales, no sólo de ciudad, sino en la provincia. Se puede decir mucho más. Y es una tarea que queda como desafío para muchos que conocen su obra y su personalidad. Y como dijera la Prof. Alejandra Tiraboschi, en el homenaje que se le hiciera en La Urdimbre hace escasos días, Horacio Rossi hizo posible la amistad.
*Oscar CachoAgú:
http://inventren.blogspot.com/ 9-11-2009
LAS POESIAS LAS RECIBI DIRECTAMENTE DE HORACIO.
LA FOTO: FUE PUBLICADA EN EL DIARIO 'EL LITORAL' DE SANTA FE
HORACIO ROSSI
Señores directores: Acabo de enterarme que el talentoso y original poeta y escritor Horacio C. Rossi falleció a la temprana edad de 54 años, el domingo 18 de mayo en la ciudad de Santa Fe.
Su cuerpo no pudo aguantar los embates de la Parca, esa mísera figura de capa negra y guadaña en mano, que sega la vida de nuestros seres queridos, generalmente antes de tiempo.
Se cumple el dicho que los buenos se van jóvenes. Porque Horacio, conocido por sus amigos como Lacho, no sólo era un excelente poeta y escritor, sino una persona de bien, es decir una Buena Persona, con mayúsculas.
No voy a hablar de su vasta obra, sino sólo decir que el cielo de Santa Fe, hoy está de duelo por el fallecimiento de un hijo y ciudadano dilecto. Y yo también lo estoy.
Descansa en paz, querido amigo Lacho. A sus familiares y amigos les envío mis sentidas condolencias y les acerco un fraterno abrazo santafesino desde Israel.
Jose Pivín - Haifa , Israel
Diario El Litoral- Santa Fe, 2008
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